Capítulo 38: AÚN EN EL DOLOR❤

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~🎸~

PAOLA


Nunca había sentido ese sentimiento de ver a alguien casi morir frente a tus ojos, hasta que lo vi a él hacerlo.

Vi a mi hermano debatirse entre la vida y la muerte.

Cuándo vi que aquel hombre apretó el gatillo lo único que hice fue cerrar los ojos y esperar lo que venía. Esperé el disparo pero este nunca llegó, pero cuando abrí los ojos pude ver a Erick tirado en el suelo mientras de su pecho brotaba sangre.

— ¡Erick! — grité horrorizada. Queria correr hasta él pero mis pies y mis manos aún estaban atados a la silla.

Lo próximo que ocurrió fue que El jefe se apuntó a sí mismo a la cabeza y disparó, al instante su cuerpo cayó al suelo inerte.

La policía entró al instante, los paramédicos corrieron a auxiliar a Erick mientras un oficial me desataba.

— Señorita, ¿se encuentra bien?

Solo pude asentir. Realmente no lo estaba. ¿Cómo estarlo si mi hermano estaba ahí tirado inconsciente?

¿Cómo iba a estar bien si no sabia si él lo estaría?

Las lágrimas brotaban de mis ojos. Comencé a sentirme mareada y a ver borroso. Había pasado dos días sin comer bien, la comida que me daban no tenía nada de sabor, aún así agradecía que tan siquiera me hubieran dado algo.

— ¿Señorita, está bien?

Asentí. Mis oídos comenzaron a zumbar y mis ojos se cerraron.

......

HORAS DESPUES.

Abrí mis ojos lentamente. Me encontraba acostada sobre una cama en una habitación completamente blanca.

Iba a levantarme pero una punzada en mi cabeza y un mareo me lo impidieron.

— Auch — deje salir un quejido.

Una enfermera entró a la habitación.

— Señorita, Ha despertado — dijo — Por favor no se mueva, llamaré al doctor.

No le respondí. Aunque quisiera moverme no podía hacerlo, mi brazo estaba conectado a una manguera en la que me estaban administrando suero o algún medicamento.

El doctor llegó minutos después, me tomó los signos vitales y al final concluyó con que me encontraba bien, solo necesitaba recuperar fuerzas y si no había ningún otro problema, al día siguiente me darían de alta.

Mi mamá y mis amigos llegaron a verme poco después.

— ¡Mi niña! — exclamó mi madre al entrar por aquella puerta y correr hacia mi para abrazarme — Tenia tanto miedo de perderte — decía entre sollozos.

— Estoy bien, mamá. No te preocupes...

— Gracias a Dios lo estás.

Se separó de mi y limpió sus lagrimas.

Alcé la vista para encontrarme con la mirada atenta de todos los demás que habían ido a verme.

— Hola Pao — saludó Mía, en sus manos sostenía un ramo de flores — Me alegra que estés bien.

— Nos alegra que estés bien — añadió Bruna.

— Trajimos estas flores para ti — esta vez fue Alin quien habló y señaló el ramo que sostenía Mía.

— Muchas...gra...cias a todos por venir — les dije sonriendo.

Las chicas se acercaron a saludarme y abrazarme por varios instantes.

DE REGRESO A CASA (LIBRO #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora