Capítulo 8: PRINCESA💖

63 8 78
                                    

~📸~

DIEGO

19 de Junio.

5:00 p.m

Si tu hablas con Dios, las cosas cambiarán...orando...
Cualquier necesidad, Dios la resolverá...orando...

Suspiré mientras dejaba de tocar los acordes, dejé la guitarra a un lado de mi cama. Me encontraba practicando, hace poco había comenzado a tocar la guitarra, me llamaba mucho la atención y anhelaba poder formar parte del grupo de alabanza de la iglesia.

Hablé con Dan, quien es el líder y dijo que practicara mucho, me esforzará y si Dios así lo quería, entraría.

No digo que es fácil comenzar pues tenía que aprenderme las notas, la posición de las manos...pero si algo he aprendido es que con esfuerzo y perseverancia todo se puede.

Mi celular comenzó a timbrar. Tenia una llamada. Sonreí al ver el remitente, desbloquee el celular y contesté.

— Hola princesa.

Escuché como soltaba una pequeña risa. Creo que nunca se acostumbraria a que la llamara así, pero para mí lo era.

— Hola Diego — respondió — ¿Estas ocupado?

— No, para nada. Estaba ensayando pero ya he terminado.

— Okey — dijo — ¿Entonces...podrías bajar y abrir la puerta?

— ¿Qué? — pregunté confundido — ¿Estas aquí? — me paré de la cama y me asomé por la ventana. Efectivamente, Mía estaba aquí.

Mi corazón comenzó a latir más a prisa. No sé, pero de hace un tiempo para acá, eso sucede muy a menudo. Supongo que tendré que ir al médico después a revisar si todo está bien con mi corazón o si hay algún problema.

— Espero que no te moleste...— se apresuró a decir — pero salí a comprar unas cosas cerca de aquí y se me ocurrió pasar a verte.

Sonreí.

— No, para nada...Me alegra verte...Un segundo, ahora mismo bajo...

Colgué la llamada y bajé apresuradamente a abrir la puerta.

— ¿Por qué corres en casa, Diego? — mi madre saliendo de la cocina.

— ¡Mía esta aquí! — exclamé emocionado.

Abrí la puerta. Ella estaba ahí, parada, con una sonrisa deslumbrante en su rostro, con su cabello rizado suelto. Llevaba puesto un lindo vestido azul cielo con una chaqueta de mezclilla encima y tenis blancos.

No me pude contener y la abracé. Ella correspondió a mi abrazo.

— Es bueno verte...— le dije.

— Nos vimos el domingo — rió — pero igual me alegra verte...

Nos separamos. La invité a pasar al interior de la casa.

— ¡Mamá! — exclamé nuevamente — ¡Tenemos visita! ¡Vino una princesa a vernos!

Mía rió negando con la cabeza.

— ¡Ah, Hola Mía! — mi madre salió de la cocina y la saludó con un beso en la mejilla — ¡Se bienvenida!

— Hola Señora, Gracias...— sonrió.

— Sientate donde quieras — señaló el sofá — Estoy cocinando, ¿Te quedas a comer?

— Eh, yo solo pasaba a saludar — dijo ella un tanto nerviosa.

— Quedate — le pedí — Por favor...

DE REGRESO A CASA (LIBRO #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora