EPÍLOGO

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~🖤~

ERICK

6 meses después.

Mes de Marzo.

— ¡Erick! ¿Cuándo volviste? — Diego camina hacia mi y me abraza.

— Hoy en la madrugada — Respondí.

Dejó de abrazarme y me miró sonriendo.

— Es bueno verte otra vez.

— Me alegro de estar aquí — sonreí. En verdad así era, luego de casi medio año al fin decidí que era hora de regresar.

Tenia planeado solo pasar una o dos semanas allá, pero luego surgieron imprevistos y sentí que debía quedarme un poco más.

Conseguí un trabajo y con eso pagaba mis gastos personales, además encontré un departamento en renta cerca de la iglesia y me mudé ahí, el cuarto de hotel era más caro.

— Me quede un poco confundido con el mensaje que me enviaste ayer — siguió diciendo.

— Oh, si, el mensaje.

— ¿Es lo que estoy pensando?

— No se exactamente que estas pensando — reí — Pero necesito hablar con Mía. Tengo algo muy importante que decirle...

— ¿Hablas de...

— No te preocupes — le dije — Solo te pido que estes orando por mi para poder decírselo.

Había practicado muchas veces como se lo diría y sentía que ya estaba listo, pero justo en ese momento los nervios salieron a flote.

— Bien — respondió, pude ver cierta tristeza en su rostro pero intentó disimularlo — Oraré por ti.

— Y solo te pido que no me odies después de eso.

— No lo haré, somos hermanos en Cristo y eres un buen amigo para mi, lo entiendo.

— Gracias Diego.

Él asintió. Pronto entramos a la iglesia, el servició comenzaría en una hora.

Hoy era el día en el que compartiría mi testimonio en el evento que la iglesia había organizado. El pastor Isaac me había contactado mientras aún estaba fuera y me pidió que estuviera compartiendo con los que iban a estar ahi. Al principio dude en si aceptar o no, pues nunca antes había hablado en público, le dije que me diera unos días para pensarlo y orar, y al cabo de unos días mi respuesta fue afirmativa, Dios me había confirmado que era su voluntad que yo hablara.

Se lo comenté también al Pastor Ezequiel y él estuvo muy feliz por eso, dijo que ese era el comienzo del ministerio que Dios tenia para mi vida.
Los chicos también estuvieron muy contentos, tanto que pidieron ir conmigo.

— ¡Wow, este lugar me gusta! — Exclamó Susan ingresando al lugar.

— ¡Es genial! — añadió Pablo con emoción.

— Como si nunca hubieran visto una iglesia — les dijo Angie.

— Esta es diferente, es más grande que la nuestra.

Me acerqué a ellos junto a Diego para presentarlos. Se saludaron y después llegaron los demás, del grupo de alabanza para ensayar y orar antes de que comenzara el culto.

Alin llegó trayendo entre sus brazos a Eileen. Mi pequeña. Cada vez estaba más grande y en unos meses cumpliría su primer año.

Me acerqué a ella mientras sentía la nostalgia invadir mi ser.

DE REGRESO A CASA (LIBRO #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora