Capítulo 4- Matheo

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Sigo dándole vueltas a lo que Maddie dijo en la cancha. Ha considerado que supliqué que me dejaran venir, y en parte es verdad. No quería tener que cenar con la familia de Rachel... No soportaría otra noche más escuchando como se echan piropos entre ellos.

Aunque también por ella, no lo sé. Me gusta estar con ella, y tocarle los cojones. Sobre todo lo último.

Estamos a punto de llegar al restaurante cuando observo a Maddie, se ha quedado dormida, parece cansada. Pero no nos queda otra que despertarla o perderemos la mesa que tanto nos ha costado reservar.

-Toda tuya tío, no sabes lo borde que se vuelve cuando alguien la despierta -miro a mi amigo mientras me muerdo el labio- No te va a odiar más, es imposible.

En eso tiene razón, ha llegado la hora de despertar a la bestia. Ellos se posan sigilosamente del coche y avanzan hasta la puerta del lugar en el que vamos a cenar. Estamos ella y yo solos, no sé cómo terminará esto.

-Oye Maddie, hemos llegado -susurro mientras le muevo un poco la pierna-

Se mueve y gruñe, está claro que no quiere despertarse. Vuelve a quedarse dormida.

-Maddie.

-Para ti soy Madison, Andrew.

Parece que no se ha despertado tan mal como me esperaba, podría haber reaccionado mucho peor.

- ¿Quieres que te lleve en brazos?

-Si me tocas eres hombre muerto.

Bienvenida Maddie, esta sí que es la chica que conozco.

Veo como poco a poco se va incorporando, sé que me está insultando por lo bajo. Pero al menos no me lo demuestra.

Jamás la he visto tan arreglada, no está excesivamente maquillada, solo lleva máscara de pestañas y un pintalabios de color rojo, pero no tan fuerte como los que suele usar Rachel.

-Se te ha corrido el pintalabios

Levanto la mano para ir a quitárselo, pero antes de que pueda abrir los ojos la quito rápidamente. No es algo que deba hacer.

-Que te jodan Matheo. No hace falta que también te metas en cómo me maquillo. Si quieres decirme que estoy horrible déjate de rodeos, me la suda tu opinión.

Joder, estoy pensando todo lo contrario. Pero ella jamás lo sabrá.

-No he dicho eso Maddie.

-Madison.

-Perdón, solo que no estoy acostumbrado a verte tan así...

- ¿Así? Yo también follo y hago esas cosas que tú haces. No soy una cavernícola.

Vaya, era lo último que me esperaba.

Se incorpora del todo y sale del coche, antes de que yo pueda salir me cierra con brusquedad la puerta, por poco no me rompe la nariz, o vete tú a saber el qué. Por ella me rompería cada parte de mi cuerpo.

Me adentro en el restaurante y pregunto por mis amigos, me indican por donde ir y me los encuentro separados de todos, en la zona VIP del local. Era previsible sabiendo la cantidad de pasta que Melody maneja. Sus padres son unos de los mejores empresarios de Londres, tienen gran cantidad de empresas y hoteles a su nombre. Es decir, dices su nombre y entras a cualquier zona rica de este lugar.

En realidad todos tenemos dinero, vivimos en la zona adinerada de este país, ya que nuestros padres tienen empresas, pero no en la misma cantidad que ella.

-Ya estás aquí, ¿qué tal con el buen despertar de mi querida amiga? -me sonríe disimulando Melody-

-Genial, me ha querido dar un beso. Pero me he apartado a tiempo.

-Oh dios -Maddie cierra los ojos con fuerza y respira un par de veces, como si deseara que al abrir los ojos yo desapareciera-

Terminamos tarde de cenar, la comida estaba riquísima y los cuatro hemos terminado lo suficientemente llenos como para que no entre una misera gota de agua más. Pero les quiero ofrecer un nuevo plan;

- ¿Nos vamos de fiesta?

- ¿Pero tú nunca te cansas? -gruñe la enfadona mientras se levanta de la silla- Por supuesto que no.

-Me parece buena idea, quizás así puedas conocer a un tío buenorro que te quite esa mala hostia -salta su amiga.

-No creo que eso sea posible -río-

Al pasar por mi lado me empuja, no me mueve ya que le saco unos cuantos centímetros de alto, y otros tantos de ancho pero ella sale por la puerta orgullosa.

Tras varios ruegos les convenzo y nos vamos a una de las mejores discotecas de Londres. Me ha llamado Rachel y sin querer le he dicho dónde estamos, creo que la noche no va a terminar bien.

Entro por la puerta y la veo, con un vestido rojo. Demasiado corto en comparación con el de Maddie, si se mueve un poco más se le verá absolutamente todo. Pero eso me pone cachondo.

-Hola pequeña, te he echado de menos.

Miento, no he pensado en ella en toda la noche, pero ¿qué le voy a decir? He estado tan preocupado en molestar a Madison que no me he acordado que tengo novia, pues no joder. Mierda, soy un capullo.

-Y yo a ti. Mis padres me han preguntado por ti -mira a mi lado y encuentra a Melody y a Maddie, resopla y vuelve a mirarme a mí - ¿Qué haces con estas dos? No les basta con arruinarme el partido tirándome al suelo que encima vienen a mi discoteca.

Siempre ha insistido en que esta discoteca es suya ya que solo puede entrar gente con mucho dinero, lo que no sabe es que los jefes son los padres de Melody. Es mejor no decir nada.

Ambas pasan agarradas del brazo por nuestro lado, ríen sin fingir nada y continúan hasta llegar a la barra.

La noche va a estar movidita.

Tras un par de horas noto que Rachel no está a mi lado, se ha ido a hablar con sus amigas, que están en la otra punta de la fiesta. Solo he bebido una copa, no puedo tomar más ya que mañana tengo entrenamiento temprano, lo mismo Thomas.

Veo como Maddie se dirige al baño con su zumo de melocotón, le sigo;

- ¿Jamás beberás algo que lleve una gota de alcohol?

- ¿Y quedarme sin neuronas como tú? No gracias.

-Venga ya, haremos una apuesta. Si gano beberás algo, sino beberé yo.

-No voy a hacer nada que tenga que ver contigo, fuera de mi vista.

Me interpongo en su camino y no permito que se vaya a ninguna parte. Quiero ganar esta apuesta y ver como de graciosa puede ser cuando esta borracha.

-Andrew.

-Dime gruñona.

-Agh, no sé qué es peor, que me llames Maddie o así. De ambas maneras te odio.

-Sí, lo que tú digas. ¿Pero aceptas?

-Solo para ver como pierdes.

Le propongo enfadar a Rachel, quien más veces lo haga ganará. Cada vez que uno no lo consiga beberá un chupito, y así hasta que alguno de los dos esté lo suficientemente borracho. Está segura de que va a ganar, dice que no hay persona que más le odie que Rachel, pero está equivocada.

Solo tengo que decirle un par de nombres de amigas y se pondrá lo suficientemente furiosa como para que luego no tenga más fuerzas de reprocharle nada a Madison.

vértigo y susurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora