Capítulo 23 - Maddie

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Me extraña que tanto Thomas como Melody hayan ido a hablar con Matheo, y mientras tanto a mí me traten como a una princesa a la cual no se le puede caer la corona. Me siento algo extraña pero prefiero no comerme la cabeza y pensar que no ha ocurrido algo malo.

He recibido un mensaje de mamá diciéndome que ha rescatado a un perro de la calle, es igual que galleta pero podría ser su hijo. Han debido de abandonarlo en el momento que nació, y ahora me queda un largo día para buscarle un nombre tan creativo como el de mi pequeño.

Al fin hemos salido los cuatro juntos y hemos planeado algo creativo, entre varias opciones sin duda me he decantado por esquiar. Y como son vísperas de mi cumpleaños han aceptado sin rechistar. Melody y yo hemos ido desde pequeñas a esquiar, incluso hemos ganado algún concurso, pero en cambio estos dos no habían pisado la nieve a penas... Nos tocará hacer de profesoras, aunque estoy encantada.

-Jamás entenderé como frenar con esta mierda, que posición de cuña ni que nada. A mí dame la tabla de snow y al menos caeré con dignidad –me observa Andrew mientras me coloco las botas-

-Te recuerdo que en tres días es mi cumpleaños y que según Melody haremos lo que yo decida, al menos esta semana. Ponte los putos skis y deja de ser un gruñón -coloco mis manos en forma de jarra e intento gritarle-

Levanta las manos y cede, a pesar de que sigue discutiendo con el monitor, se niega a usar esos "palitos" que supuestamente te impulsan. He intentado decirle que sin ellos caerá a cada instante al ser su primera vez, pero prefiere eso a que alguien le quite su orgullo. Agarro su mano en el momento que veo como comienza a temblar, quizás yo lo haya pasado realmente mal al montar en el teleférico... Pero él no es capaz de abrir los ojos en el telesilla, asegura que en cualquier momento se resbalará y caerá. Me recuerda a la primera vez que me subí.

-Matheo será mejor que respires con tranquilidad. Si te desmayas si es probable que caigas, y te aseguro que no es algo que recomienden -intento no alterarme-

-Gracias, sinceramente tu ayuda me ha servido para mucho. Ahora os jodéis y me voy de vuelta a la cafetería, de aquí no me bajo -cruza los brazos y pone morritos-

Creo que es mejor no decirle que tiene que impulsarse para conseguir salir de la zona del telesillas o el siguiente vagón se lo comerá. Primero debería calmarlo o el niño que tenemos al lado comenzará a llorar en cualquier momento.

-Mírame -se lo piensa pero al final se mueve hacia mí- Necesito que confíe es mí.

-Lo hago. Sino no estaría aquí subido.

Tiene razón, ha sigo obligado. Pero en el momento que consiga moverse sin tropezar me lo agradecerá.

Noto como su voz ya no se quiebra por el miedo -Cogerás esos supuestos palitos y con fuerza te impulsarás hacia adelante en el momento que este vagón reduzca la fuerza ¿entendido? – Me mira con ojos de pena y dudo en si dejarlo ir a un lugar seguro, pero no. Dejo un beso en su cuello y el color de sus mejillas me confirma que va a intentarlo.

-Ahora, impúlsate -levanto la barandilla de protección y comienzo a moverme-

Miro hacia mis lados y no veo rastro de Andrew. Hasta que veo a un tío de metro ochenta y cinco salir expulsado por una cuesta abajo. Al menos se ha puesto el casco.

Me acerco rápido hacia donde se encuentra y lo veo tumbado boca arriba, sin gafas ni casco. Me mira y noto que está enfadado.

-Lo siento -me quito los esquís y me arrodillo junto a él-

Me mira durante cinco segundos y de pronto su sonrisa comienza a agrandarse -Ha sido la ostia. Llévame a la pista más jodida- Me recuesto sobre su cuerpo y sin pensarlo lo beso.

-Estas loco Andrew. Me has asustado -rozo mi nariz con la suya-

-Perdona peque, no era mi intención salir propulsado. Deberías haberme dicho que la fuerza era un factor importante -

Coge mi cara y comienza a darme besos por cada hueco que encuentra. Me levanto y le tiendo mi mano para que pueda subir, pero he salido perdiendo. Sin pensarlo el deja todo su peso en mí y caigo sobre él, esta vez sí le he hecho daño.

-Maddie, ¿tanta puntería tienes que caes sobre mi polla? -muerde el guante con fuerza para no gritar-

-Es técnica. No es la primera vez me ocurre esto -bromeo, y noto como abre sus ojos y aprieta los dientes-

-Tienes suerte que llevas ventaja con la nieve. Pero te aseguro que si pudiera te arrastraría a cualquier cabaña y te enseñaría que puede no ser la primera vez, pero si la mejor.

De nuevo ese vértigo que recorre todo mi cuerpo.

-Ya... Es una pena que solo puedas decírmelo, será otro quien lo haga -me coloco las gafas para continuar esquiando-

Me encanta sacarle de sus casillas. Jamás lo había visto celarse por nada, ni siquiera le importaba que Rachel se sentara en el regazo de sus amigos...

Consigue levantarse, suelta sus esquís los coge con una mano y con la otra me sube a su hombro. De un solo movimiento.

-Ayúdame a bajar esta puta pista Maddie. Y así te responderé a lo que acabas de decir -protesta mientras intenta acelerar el paso-

Es evidente que quiero llegar a más con él, pero tendrá que esperar un poco más. Y no porque yo quiera, sino porque me ha venido la regla y prefiero mantenerlo alejado de mí antes de que mis hormonas estallen.

-Estas igual de jodido que yo tío -le dice Thomas sentado en un trozo de hielo-

-Tengo dos opciones, o tirarme rodando por la cuesta y averiguar a donde llego... O llamar a un helicóptero y asegurar que me han obligado a hacer esta actividad mortal -se queja Matheo desde el otro lado de la cuesta-

Suspiro intentando mantener la calma mientras me acerco a Melody -Son peores que los niños que nos tocaron el último año- Digo mientras vuelvo a calzarme los esquís.

-Será mejor que los obliguemos a bajar antes de que se pongan a llorar -ríe-

Me acerco a Andrew y le tiro de la oreja para que se coloque en la posición. Una vez que lo ha conseguido le empujo sin avisarle, me odiará por ello, pero en algún momento tenemos que llegar a casa. Y preferiblemente tiene que ser hoy.

-Lo estás haciendo muy bien -le grito- ¡A la derecha!

Los tres nos giramos al ver que está a punto de comerse a un señor que va con sus dos hijos. Pero al oír como pega un grito de emoción comenzamos a hacer lo mismo que él.

-No ha sido para tanto ¿verdad? -los miro esperando a que den señales de vida-

-Te mataré cuando consiga mi fuerza -me señala Matheo mientras se tumba en la nieve con medio traje roto-

Todo iba bien hasta que ambos cruzaron sus esquís por ir haciendo una competición para ver quien llegaba antes. Terminaron sobre unos arbustos llenos de ramas puntiagudas, las cuales rompieron los trajes de una manera bestial.

-No os preocupéis, los pagaré yo -camina Melody hasta la recepción de la tienda-

Al menos he disfrutado, esta vez no he sido yo la que ha llorado y gritado. Ahora entiendo lo agradable que es verlo desde fuera y ver que tú solo eres espectadora.

vértigo y susurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora