Capítulo 52 - Matheo

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A lo largo de las últimas dos semanas no he dejado de recibir mensajes de Rachel, han sido constantes. Diariamente recibía uno, al ver que no tenía intenciones de responderle me mandaba otro, y otro. Hasta que me decidí por contestar, a ver si así paraba.

Lanzo el teléfono hacia una esquina y me tumbo boca abajo en la cama, necesito que se aleje de mí. Ha sacado lo peor de mí, y ahora que vuelvo a ser feliz tengo que hacerlo con ella fuera de mi vista, no puedo volver a caer en sus manipulaciones.

Vibra el móvil, me está llamando;

-Por qué cojones no respondes mis mensajes -gruñe Rachel-

-Basta ya Rachel -suplico-

-Tienes que venir esta tarde a mi casa, te lo explicaré todo -suspiro- Si no estás de acuerdo podrás bloquearme y mantendremos las distancias.

-Lo haré, solo para que te alejes de mí.

Cuelgo el teléfono y voy hacia el armario para poder ponerme algo más formal que el pijama que llevo puesto. Iría así ya que me importa una mierda lo que tenga que decirme sobre ello, pero sus padres pueden llegar a ser muy insistentes y cansinos. Mi cabeza es lo que menos necesita.

Al bajar me encuentro a mi hermana hablando por teléfono, le obligo a silenciarse un momento ya que no quiero que nadie me escuche.

- ¿Con quién hablas? -me intriga-

-Es Maddie -sonríe- Salúdala.

-Ahora no puedo -cojo las llaves del coche- Tengo que irme.

Antes de poder salir por la puerta me lanza un cojín a la cabeza, sé que lo ha hecho porque la he evitado desde que me ha dicho el nombre de Maddie.

-No sé qué te está pasando últimamente Matheo -su expresión es más triste- Pero no la cagues con ella, jamás encontrarás a otra que te quiera tanto.

-Lo sé.

Joder claro que tiene razón, pero no estoy haciendo nada malo que pueda joder mi relación. Solo quiero zanjar el tema con Rachel para poder ser felices sin que ella esté constantemente entrometiéndose. Sé que a Maddie no le gustaría lo que estoy a punto de hacer, por eso he evitado hablar con ella, si escucho su voz se lo diré sin pensarlo. No quiero que lo pase mal sin ningún motivo.

Me subo al coche y al introducir las llaves le doy un puñetazo a volante. No me gusta tener que ocultarle cosas a Maddie pero quiero solucionar esto sin que ella salga perjudicada, diciéndoselo lo único que conseguiré es que ambas se enfrenten.

Recibo un mensaje de Thomas;

Thomas

Te he saludo pero no me has visto, ¿a dónde vas?

A solucionar unos problemas, luego te veo.

De puta madre Matheo, mintiendo de nuevo, esta vez a tu mejor amigo. Si las cosas no terminan bien sé que tendré que darles una buena explicación, aunque teniendo que ver con Rachel no podrán tener buenos resultados.

Aparco justo en la entrada de su casa, pienso en dejar el coche encendido, no tengo intenciones de tardar mucho... Pero recuerdo lo pesada que se puede volver y cambio de opinión. Golpeo a la puerta y aparece ella, en bikini y de nuevo con otra margarita en la mano.

-Bienvenido -sonríe y lo único que siento es asco- Me alegro de que hayas tomado esta decisión, ha sido la correcta.

-Eso lo decidiré yo Rachel -abro la puerta y entro para que esto pueda terminar lo antes posible-

Al caminar por los pasillos no encontramos con sus padres, ella se acerca mucho más a mí y coge mi mano, intento soltarme pero ella me lo impide sujetándome con más fuerza.

-Hola Matheo -me saludan sus padres- Nos alegramos de verte.

-Gracias, lo mismo digo -miento-

Odio tener que verles la cara, son igual de repugnantes que su hija. De tal palo tal astilla.

Subimos a su habitación y en el momento que cierra la puerta la ira me invade y mantengo la compostura para no ponerme a dar voces como un loco, y no porque no quiera hacerlo sino porque lo último que quiero es que sus padres suban y busquen explicaciones. Es algo que ella sola debería de hacer.

- ¿Qué cojones acabas de hacer? -clavo mi mirada en ella-

-Coger de la mano a mi novio -ríe con una risa de superioridad-

-No quiero volver a escucharte decir esa palabra -me alejo lo máximo que puedo de ella- Te queda demasiado grande.

Se sienta sobre la cama y comienza a limarse las uñas, algo típico de ella. Cuando tenemos que hablar una conversación como dos adultos lo único que hace es el gilipollas.

-No tengo todo el tiempo del mundo Rachel -subo el tono de voz-

- ¿Tienes que ir a ver a la huérfana? -me mira mientras sopla sus uñas-

-Cierra la puta boca -gruño- No tienes el derecho de hablar de ella, y mucho menos para decir esto. Eres una persona sin corazón que solo piensa en si misma, no llegarás muy lejos si decides seguir siendo así.

Suelta una carcajada que hace que mis nervios se descontrolen, cree tener el mundo en su mano y es lo que más impotencia me da. Nadie puede bajarla de la puta nube en la que cree estar, porque si ella sale herida nosotros saldríamos más.

-Vaya -se acerca a mí- Parece que hay un nuevo Matheo enamorado.

-Único -la corrijo- Solo me he enamorado una vez, y ha sido de ella.

Abre la boca para decirme algo pero al final no lo hace, da dos pasos hacia delante y con su dedo toca mi pecho.

-Estas cegado porque tienes a una nueva a la que follarte -me mira fijamente- Pero ella no te dará lo que yo te he dado, es una puta mojigata.

Me encantaría gritarle en su cara que Madison es mucho mejor que ella en todos los aspectos, incluido este que ella tanto nombra. Pero sé que a Maddie no le gustaría que dijera nada íntimo por lo que voy a respetarla, río y no digo nada más, sé que es lo que más odia.

-Vas a arrepentirte de haberme dejado -dice-

-No estaría tan segura de ello -de nuevo la rodeo para mantenerme alejado de ella- Dime lo que tengas que decirme y así podré irme, con mi novia.

Se que ha sentido esa puñalada que iba directa hacia ella, pero no me importa lo más mínimo. Ella estuvo clavándome cientos de ellas a lo largo de un año, se merece esto y mucho más.

-Siéntate no tardaré mucho -dice-

-Estoy mejor de pie -me cruzo de brazos-

-Está bien.

Cierra la puerta con pestillo y seguido se sienta de nuevo en la cama, esta vez no tiene nada entre las manos lo que me causa inseguridad. Algo malo tiene que decirme, y no me gusta nada.

vértigo y susurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora