Capítulo 31 - Maddie

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Descubrir los lugares de Laponia con Matheo está siendo increíble, al terminar de ver lo que teníamos pendiente hemos ido a un puesto en el que venden dulces típicos de aquí y hemos arrasado con la mayoría de ellos.

Al salir de esa calle me he encontrado con un hombre que vendía otro tipo de postres, pero esta vez él los hacía a mano. Y no he podido resistirme, no puedo comprar a uno y dejar al otro vendido.

-Maddie, ¿enserio tus pies siguen intactos? -finge que se deja caer sobre mí, mientras arrastra los zapatos-

-Sí, fresca como una lechuga -hace una especie de grito que ocasiona que las personas de nuestro alrededor se asusten-

-Joder, sí que son dramáticos aquí -intenta esconder la vergüenza-

Llegamos a una zona en la que hay un montón de casas de colores, lo que hace que me acuerde de Londres, especialmente de Notting Hill. Sé que vivo enamorada de mi país, pero extrañaré no ver nieve y animales tan fantásticos como renos y zorros, que son los que podemos ver en una tarde normal desde las ventanas de nuestra casa. Aún no me he ido y ya estoy deseando volver.

- ¿Quieres que compremos la comida para llevar? Así no nos perderemos nada -mueve las manos al ritmo de la música-

-Por favor.

Ahora que veo la cantidad de bolsas que nos llevamos al lugar donde dormiremos admito que me he pasado. Él ha dicho que con pocas cosas nos servirá, ya que tenemos un supermercado no muy lejos. Pero he sacado mi parte de supervivencia creyendo que nos quedaremos a dormir en una tienda de campaña en mitad de la nada. Que si fuera así estaría encantada, sino no hubiera gastado treinta euros en comida basura.

- ¿Preparada para entrar al lugar donde cumplirás tu mayor sueño? -esta vez es él quien da saltitos-

-No -comienzo a temblar incluso antes de bajarme del coche-

La tarde ha estado increíble, después de ir al mirador hemos recorrido varias calles que encontramos de camino. He sacado la cámara para sacar fotografías de todo y poder enseñárselo a mi madre una vez vuelva a casa.

Pero después de esta tarde tan cargada de emociones ha llegado el momento de enfrentarme a la razón de este viaje. Ver con mis propios ojos las auroras boreales, al fin mi sueño se hará realidad.

Me quedo sin palabras cuando llegamos a un portón blanco, de al menos dos metros de altura, rodeado de un gran muro hecho de arbustos con luces integradas en su interior. Aunque quisiera sacarle una foto no se vería tan impresionante como en persona. La puerta comienza a abrirse y veo a lo lejos una especie de hoteles. Al acercarnos un poco más me freno y cierro los ojos para creerme lo que estoy viendo.

Me ha traído a los hoteles burbuja. Son una especie de bolas de cristal que están separadas en parcelas para poder tener privacidad teniendo en cuenta que son totalmente transparentes. Aunque puedo ver que tienen algo parecido a unas cortinas en los laterales, pero no las usaré al menos que me quiera perder el espectáculo que ocurrirá esta noche en el cielo.

Dejo las cosas sobre la cama y Matheo me abraza por detrás, es consciente de lo nerviosa que estoy. Pero tenerlo a mi lado me ayudará para poder sobrellevar las emociones.

-Te toca a ti -le señalo con una gominola-

Hemos decidido que mientras esperamos nos contaremos cosas algo más íntimas a parte de las que ya sabemos. Es decir, sobre nuestras familias e información que poca gente sepa sobre nosotros.

Me gustan estos momentos tan únicos, en los que solo estamos él y yo. Da igual lo que digamos que solo nosotros lo sabremos, y eso me hace sentir especial.

-Está bien, empezaré a hablar de la relación que tengo con mi padre -me tumbo y apoyo mi barbilla sobre mis manos para estar más cómoda mientras le presto atención- Nos abandonó cuando tenía quince años, yo era adulto para poder entender lo que había ocurrido, pero Marie solo tenía diez años, no estaba preparada para que su figura paterna la dejara sola, y menos a ella, que tenía a su padre como un puto héroe -sujeta la copa de vino con fuerza, lo puedo notar en sus manos- Tuve que madurar más deprisa para poder ayudar a mi madre en todo lo relacionado con la casa, ella tenía que seguir trabajando. Y la casa no iba a mantenerse sola si nadie la limpiaba a menudo -acerca su mano y yo la cojo- Conseguí ser el capitán de rugby, lo que me ayudó a ganar prestigio. Con ello mi felicidad aumentaba poco a poco, mi hermana comenzó a ir psicólogos y supo afrontar ese golpe. A día de hoy tenemos la estabilidad que teníamos antes de que él se fuera, no es la misma, pero somos felices los tres solos.

-Lo siento mucho, ahora es el motivo por el cual no quieres que te llame por tu apellido -golpeo mi cabeza-

-Desde que se fue jamás quise que me llamaran así. Pero en tu boca suena más bonito, y sé que no lo haces con maldad -roza mi nariz-

- ¿Solo tienes relación con la familia de tu madre? -pregunto-

Necesito que me dé una respuesta, quizás por ello no sepa que he tenido una relación con su primo Liam.

-Sí, he tenido una buena relación con mi primo Liam -mierda- Pero nada más haya que alguna cena familiar y una felicitación por llamada.

Ahora todo tiene más sentido.

Tras las dos horas siguientes me estuvo hablando sobre su hermana pequeña y su madre, parecen dos mujeres increíbles. Estoy deseando conocerlas.

Sobre mi vida poco he podido contarle, sabe lo más importante. Tras la muerte de mi padre no ha ocurrido nada interesante, y a mi madre ya la conoce. No ha sido de la mejor manera, pero ya puede ponerle cara.

Mi teléfono comienza a vibrar. Me está llamando mamá por videollamada;

-Feliz cumpleaños cariño -dice una vez ha terminado de cantar la canción de cumpleaños feliz-

-Gracias mamá, pensé que te habías olvidado de mí -río-

-Lo siento, he llevado a Vértigo al veterinario y se me ha hecho tarde -aparece la pequeña bola de pelo en la cámara-

No le he dicho que he venido a ver las auroras boreales, y mucho menos que ha sido con Andrew. Necesito llegar para poder contárselo todo desde el principio.

Noto un roce en mi pierna, miro hacia un lado y Matheo está señalando al cielo. No puede ser.

El móvil se resbala de mis manos y comienzo a llorar, no soy capaz de controlar muy bien la respiración pero aun así me mantengo en la misma postura. No quiero perderme nada, ni siquiera quiero pestañear.

- ¿Cariño? -habla mi madre desde el teléfono, Matheo al ver que no respondo coge el teléfono y sonríe a la cámara- Oh, vaya. Hola.

-Su hija se ha emocionado, pero está bien -intenta calmarla-

-Pero ¿ha pasado algo? -él niega y cambia la dirección de la cámara dejando que ella también vea la aurora- Dios mío, la has llevado.

Consigo moverme y me siento entre las piernas de Andrew, tengo a las personas que más quiero conmigo, en uno de los momentos más bonitos de mi vida. Me falta mi padre, pero sé que nos está acompañando desde arriba. En este cielo tan bonito.

-Papá estaría orgulloso ¿verdad? -sollozo entre los brazos de Andrew-

-Por supuesto cariño, me alegro de que hayas dado el paso -hace una pausa- Gracias Matheo, por aparecer en su vida.

-Las gracias se las tengo que dar yo a su hija -sonríe a la cámara-

Paralizaría este momento para siempre, no puedo dejar de llorar de la emoción. Y por lo que veo mamá tampoco, ha estado sufriendo conmigo desde la ruptura. Se lo debo todo, tanto a ella como a Melody.

Y ahora a Matheo, el capitán de rugby. Ese que prometí que nunca metería en mi vida.

vértigo y susurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora