Capítulo 9 - Maddie

1.1K 74 26
                                    




Sigo sin comprender que es lo que sucede cada vez que piso este lugar. No es que no quiera pasar tiempo con ellos, pero me hacen pensar cosas que dan giros inesperados a mi vida.

Sé que Matheo se ha dado cuenta cuando deslicé mi mano por la mesa para alcanzar la botella, no pensaba hacerlo. De verdad que no era mi intención, pero algo en mi se revolvió cuando vi que el hacía lo mismo.

Podría pensar que lo ha hecho para sacarme de mis casillas, pero ni siquiera nuestros amigos han sido conscientes de lo que había sucedido. Su plan no habría tenido sentido.

Decido irme al salir el sol, salgo sigilosa para que nadie pueda percatarse de mi huida. Lo he hecho bien, teniendo en cuenta que Melody supuso que yo era Thomas y me iba a desayunar a la cocina.

Entro al porche de mi casa y mi madre me saluda por la ventana;

-Hola cariño -me abraza cuando entro y cierro la puerta-

-Hola mamá, me gustaría saber qué haces despierta a estas horas.

-No he dormido muy bien.

Desde que mi padre falleció hace un año y medio, mi madre ha comenzado a perder horas de sueño. Se levanta a la madrugada y es incapaz de volver a conciliarlo.

A ambas nos pilló de sorpresa, un día nos llamaron a la madrugada los médicos. Su avión se había estrellado durante una tormenta. Tardé meses en recuperarme, aunque aún no puedo pensar en ello sin romper a llorar. Mi padre siempre ha sido un pilar fundamental en mi vida, jamás hacia un plan sin él. Ahora me siento vacía.

-Deberías de ir al médico. Quizás te ayudan dándote algo para poder descansar. Esto no es bueno para tu salud.

-Tu padre se fue estando muy orgulloso. Siempre me recordaba lo guapa que estarías con tu bata una vez terminases la carrera.

Noto como una lágrima se desprende por mi mejilla, mamá me tiende un pañuelo y me limpio. Será mejor dejar de hablar sobre este tema, no quiero empeorar la situación.

- ¿Qué tal lo pasaste ayer? No volviste a casa.

-Bien, me apetecía pasar el día con mis amigos.

-Madison hija, soy tu madre. Sé que no cualquiera vuelve a la madrugada a casa sin ningún motivo. Y menos sobria.

Odio que me conozca tanto. De pequeña siempre me venía bien, solucionaba rápido los problemas. Pero ahora que ya he crecido, significa contarle secretos que quizás no sean de mi agrado.

-Estoy confundida mamá.

Me coge la mano y me lleva con ella hasta el salón. Nos sentamos y deja que tumbe mi cabeza en sus piernas mientras que su mano se desliza por mi pelo con cariño.

-Cuéntame pequeña.

-Es sobre Matheo -digo nerviosa-.

- ¿El jugador de rugby insoportable?

Consigue sacarme una sonrisa. Por eso se me hace tan fácil contarle todas mis anécdotas y pensamientos. Sabe cómo actuar, y hacer que me sienta cómoda mientras se los cuento.

-Sí, el mismo. Al parecer ya no es tan repelente como al principio. No quiero decir que nos llevemos bien, pero no me incomoda pasar tiempo con él. Parece que por momentos se siente solo, y yo también. Quizás sea eso lo que nos está uniendo.

-En nuestros peores momentos es cuando conocemos a las mejores personas. Siempre se ha dicho que vienen para reconstruirnos, pero quizás vosotros necesitéis juntar ambas piezas para conseguir salir de ese agujero negro. Juntos.

vértigo y susurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora