Capítulo 27 - Maddie

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A las doce al fin será el día de mi cumpleaños, aunque no nací hasta las cinco de la tarde. Siempre he abierto los regalos la noche anterior porque soy incapaz de soportar tanta intriga.

Esta tarde Thomas y Matheo han decidido salir a comprar algo para mi cumpleaños. Los he amenazado para que cogieran cualquier tontería y no gastaran mucho dinero, pero no sé si les ha quedado lo suficientemente claro.

Estoy a punto de ir a arreglarme para esta noche cuando suena el timbre. Nos extraña ya que ellos siempre llevan llaves para que no tengamos que abrirles. Aun así voy hacia la puerta y al abrirla me llevo una gran sorpresa.

- ¿Es usted Madison? -asiento conteniendo las ganas de llorar- Esto es para ti.

Dejo una firma en el papel que me entrega, y al cerrar la puerta me quedo asimilando quien me ha podido regalar un ramo de tulipanes blancos, mis favoritos.

- ¿Quién era? -aparece Melody, con la mitad del pelo peinado-

Abre la boca al apreciar la semejante preciosidad que tengo entre mis brazos. Rebusco en una de las tarjetas que trae en busca de un nombre.

"Espero haber acertado, gruñona. Feliz cumpleaños adelantado"

He perdido la cuenta de las veces que lo he leído. Jamás me habían dado un regalo como este, y mucho menos acertar con mis flores favoritas. Recuerdo que la única vez que nombre la palabra tulipanes fue en una cena, estábamos Melody, Thomas, Rachel, Matheo, unos amigos de ellos y yo. Parecía no importarle lo que decía, solo acariciaba el cuello de su novia. Jamás creería que me había prestado atención.

Dejo el ramo en uno de los mejores jarrones que he podido encontrar. Escuchamos el sonido de unas llaves en la cerradura y sin pensármelo corro hacia ellos. Al verlo me abalanzo sobre él, provocando que Thomas tenga que tirarse al suelo para coger las bolsas que Matheo estaba sujetando.

-Mierda, pensé que llegaría para ver tu reacción -tumba la cabeza hacia atrás-

- ¿Cómo sabías mi admiración por esas flores? Sé que no ha sido suerte -le digo sin dejar de abrazarle-

-Ambos pensábamos que tus charlas no me importaban... Pero nos equivocábamos. Era lo único que me entretenía, verte hablar -parece que me va a posar en el suelo pero me resisto-

-No me sueltes hasta que lleguemos al salón.

Sonríe y sin importarle que su amigo sea incapaz de llevar todo avanza hacia donde le he indicado. Me deja sobre el sofá y me cubre los ojos con una venda.

-Ha llegado la hora de darte los regalos -grita Melody, noto su entusiasmo-

Puedo intuir que los están colocando sobre la mesa, en cambio Andrew sigue sentado a mi lado sin moverse. No necesito que me regale nada más, saber que me ha escuchado y que me ha hecho uno de los mejores detalles de mi vida es más que necesario.

Me destapan los ojos y me quedo un poco descolocada al ver la cantidad de cosas que hay, la mayoría de marca. No es que no me guste, al contrario... Verlos sonreír al ver lo que me han regalado me llena de felicidad.

-Os mataré, lo sabéis ¿verdad? -señalo a Thomas y a Melody-

Matheo se acomoda en el sofá disfrutando de mis amenazas, sabiendo que ninguna va para él. Parece que es el único que me ha hecho caso.

-No siempre se cumplen veintiún años. Ábrelos -insiste Melody con movimientos bruscos-

He perdido la cuenta de cuantos bolsos, ropa e incluso un móvil he encontrado al rasgar el papel de los regalos. Jamás me cansaré de ver sus sonrisas al ver lo mucho que me gustan. Pero lo que más ilusión me ha hecho, es ver un libro enorme lleno de recuerdos y frases de Thomas, Melody y yo. Ha sido increíble volver a vivir esos momentos aunque solo fueran en la mente.

Matheo desaparece de la sala y al poco aparece con un par de bolsas más -Es mi turno- De nuevo mis ojos se llenan de lágrimas.

Todos se sientan a mi alrededor para verlos conmigo, pero él niega con la cabeza.

-Me incomoda que estéis presentes. No quiero recibir críticas, y menos de vosotros -acaricia su nuca-

-No dirán nada, me encargaré yo -cojo su mano- Deja que estén con nosotros.

Tras varios ruegos y promesas acepta. Lo primero que saca es un perfume - ¡Matheo! -Grito. Se lo he advertido.

-Espera a ver lo demás. Sé que me lo habías prohibido, pero es el que siempre llevas. Seguro que te hará falta en un futuro.

Tiene razón. El tacón de Carolina Herrera siempre ha sido mi favorito, es caro pero su duración es fascinante.

Le susurro un gracias y sus manos comienzan a temblar al abrir una bolsa que puedo distinguir. Ha ido a una librería y me ha comprado libros.

Deja uno a uno sobre la mesa, coloca un total de seis libros. Y para mi sorpresa todos estaban apuntados en mi lista de futuras compras.

- ¿Quién te lo ha dicho? -me incorporo- ¿Ha sido tú? -señalo a mi amiga y ella niega con la cabeza-

-He entrado con él. Puedo confirmarte que los ha escogido solo, porque tardamos dos horas en salir de allí -aclara Thomas, al escucharlo Matheo le da un codazo-

Rozo la portada de todos los libros y decido sentarme en el suelo. Coloco mis manos sobre mis ojos y comienzo a llorar como una idiota. Melody se acerca a mí y noto como una lágrima desciende por su mejilla.

- ¿Qué he hecho mal? -Andrew se arrodilla frente a mí-

No ha hecho nada mal. Melody y yo siempre nos hemos repetido desde pequeñas que si alguien te quiere de verdad te regalará libros, era como nuestro lema. Siempre hemos soñado con ello. No quiero decir que Matheo esté enamorado de mí, pero me ha hecho entender que estas cosas pueden ocurrir. Y que no solo pasa en las películas.

-Gracias -susurro mientras lo miro a los ojos-

-Tú jamás me has hecho algo así -le grita Melody a Thomas-

-Pero ella fue quien le dio la idea -Thomas hace unos gestos los cuales no somos capaces de descifrar-

-Pero no le dije que tipo de género me gustaban -de nuevo me siento en el sillón -Los ha acertado todos.

Mi amiga abraza a Andrew con fuerza. Puedo escuchar como le dice -Te has ganado mi aprobación por completo- Él se sonroja y yo me quedo en silencio, es mejor dejar a mis nervios calmados.

Abre la última bolsa en la que había dos pijamas a conjunto preciosos, rápido comprendí que uno era para él y el otro para mí. Lo acompaña un peluche en forma de tirita.

-Sé que es una gilipollez -se aclara la garganta- Pero con esto quiero que sepas que siempre seré tu venda, no permitiré que sufras más. Y si lo haces yo estaré contigo.

Me levanto y lo abrazo, nuestros amigos se unen y nos quedamos unos segundos quietos. Hasta que de nuevo pican a la puerta.

-Iré yo -me guiña un ojo Andrew-

- ¿Aún más? -extiendo mis brazos y los miro-

-Te encantará -Thomas coloca sus brazos sobre mis hombros-

Por poco me quedo sin respiración al ver a Matheo entrar con una tarta de tres pisos. Cubierta de decoración de vóleibol. Doy un grito de felicidad y corro hacia ella.

Dejo que mis amigos prueben un trozo tras haberme hecho unas fotos, mientras tanto recogeré todo el desorden que hemos creado.

-Espero haber acertado con todo -roza Andrew mi cintura-

-Gracias. No podría haber estado mejor.

Me gustaría quedarme más tiempo con él en la cocina pero tengo que ir a cambiarme. Aún tengo que ducharme y buscar la ropa, al menos tardaré dos horas. Si me meto prisa una.

vértigo y susurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora