Queda poco para que termine el partido. No ha ido como esperaba, esta vez no vamos ganando por goleada. A pesar de que la mayoría de los puntos los he metido yo, vamos empatadas... Quien marque se llevará esa copa que reluce desde el campo.He comenzado a meterlos más seguidos cuando mi mirada se cruzaba con la de Matheo. Es odioso, y más cuando no deja de mirar como juego.
Seguro está buscando que falle y que su novia triunfe, pero no le voy a dar ese placer.
-Es el último punto Maddie, tienes que hacerlo ¡Vamos! -me susurra Melody mientras coloco en mí posición.
Sé que confía en mí y se lo agradezco, porque hay momentos en los que necesito un impulso para poder salir adelante. No es que me cueste ganar en los partidos, por algo soy la capitana ¿no?
Pero ese es el motivo, todos me recuerdan que debería de calmarme más y tomármelo como un juego, pero no puedo.
Recibo la pelota, se la coloco a Rachel, pero vemos sus intenciones. No quiere ganar, solo quiere que yo no marque este punto, por lo que Melody la empuja con la cadera y es ella quien me la coloca a la perfección. Mientras Rachel cae al suelo yo salto con todas mis fuerzas y doy al balón.
Caigo sin mirar que es lo que ha sucedido, no quiero saberlo hasta que un equipo u otro se ponga a gritar
-Sí joder, sabía que no nos defraudarías -grita mi entrenador-
Lo conseguí.
Veo como todos bajan corriendo de las gradas y se abalanzan a nuestro campo. Thomas viene y me ayuda con Melody a levantarme, Matheo se acerca a su novia y la levanta mientras ella finge que le duele -será mentirosa, hemos visto que se ha tirado ella- la sienta en la silla y vuelve hacia nosotros.
-Has estado muy bien gruñona -me mira mientras se coloca el pelo-
-Lo sé Andrew.
Odia que lo llame por su apellido, pero yo odio que se acerque y aun así lo hace.
-Tan simpática como siempre.
-Quítate de mí espacio, ya.
Melody y Thomas se interponen entre nosotros, como si en cualquier momento fuéramos a escupirnos como niños pequeños. Razón no les falta, ganas tengo. Y muchas.
-Basta chicos. Tendréis que llevaros bien, al menos esta noche -me suplica Melody-
Matheo se cruza de brazos y pone los ojos en blanco. Le miro poniendo su misma postura y él me frunce el ceño.
- ¿Qué pasa? -pregunta
-Pones una cara como si yo fuera el estorbo. Seguro que has sido tú el que suplicó que pudieras venir.
-Puedes seguir pensando eso antes de dormir las veces que quieras, pero fijarme en ti sería lo último que haría.
Veo como Thomas tose y él le lanza una mirada que parece callarlo al instante, pero no le doy importancia.
-Cierra la puta boca o me quedaré en casa. Sé que a ti no te importa una mierda, pero a mi amiga sí. Por lo que muévete y déjame pasar.
Abre los ojos como platos y me deja pasar sin inmutarse. Al pasar susurro un gilipollas y él me contesta con un -que te den- pero sigo caminando sin darle importancia. Tengo que llegar a casa, darme una ducha y prepararme para esta noche.
-Espérame Maddie, yo tengo las llaves del coche. No podrás llegar muy lejos.
-Lo siento, saca lo peor de mí.
-Parece que en cualquier momento os vais a comer la boca, así en plan novela erótica.
-Deja de leer esos libros Melody.
Su cara demuestra toda la confusión que tiene, pero no quiero mirarla porque sé lo que me dirá. Yo también leo esos libros, pero no pienso en que alguien venga y me coma la boca delante de todo el mundo, o que salte una valla al marcar un gol y me lo dedique.
Cosas de libro y películas, nada que tenga que ver con la realidad.
No es que yo quiera que suceda, odio a los hombres y más a los que juegan algún deporte, en los que sudan y se levantan las camisetas para demostrar los abdominales que tienen. Son asquerosos.
Introduzco las llaves en el coche y me dirijo hacia mi casa, ella ha decidido dejarlo todo en mi cuarto para poder hacerlo con más calma, y no tener que ir de casa en casa. Me ha parecido una buena idea, así no tendré que verle la cara a su novio ni al gilipollas de su amigo.
Han decidido alquilar un apartamento en el que viven ellos tres, al menos ahí pasan la mayor parte de la semana. Pero yo no quiero tener nada que ver con ese entorno lleno de testosterona.
No sé muy bien que ponerme, tengo en mente varios conjuntos pero ninguno me queda tan bien como me lo imaginaba. Termino decantándome con un vestido negro apretado, no es como los que se ponen mis amigas que enseñan toda la pierna. El mío llega casi por los tobillos pero es ajustado y elegante. Justo lo que buscaba.
Dejo que el pelo se seque al aire para que las ondas queden intactas, dudo en ponerme una diadema pero en ese mismo instante lo vuelvo a guardar en el cajón, no quiero que en medio de la cena se ponga a reír como un cretino.
Salgo del baño para dirigirme hacia el cuarto, aún tengo que preparar el bolso y vamos un poco tarde.
-Joder amiga, estás tremenda.
-A día de hoy estoy segura de que me piropeas más que cualquier tío con el que he estado.
-Alguien tendrá que hacerlo.
-Tienes razón.
Coge mi mano y bajamos por las escaleras con cuidado de no caernos con los tacones que llevamos. Me despido de mamá, le recuerdo lo que la quiero y cierro suavemente la puerta.
Veo como el coche de Melody está en la puerta, lo ha cogido Thomas para venir a buscarnos. Llevo años viendo este coche pero nunca me sorprenderé de ver un Porsche tan elegante, acojona de cerca.
Al abrir la puerta me encuentro con Matheo, antes de cerrarla veo como Melody acepta cambiarnos de sitio, pero él me sujeta por la muñeca. Otra vez.
-No como, soy inofensivo.
-Eso díselo a tu novia, que tiene unas marcas en el cuello que parece que se los has hecho con la aspiradora -ríe Thomas desde el asiento del conductor-
-Se llama pasión, capullo -gruñe-
-Qué sabrás tú lo que es la pasión -me siento atrás, pero lo suficientemente alejada de él-
-Joder amiga, hoy vienes sin pelos en la lengua -dice Melody mientras baja el espejo del coche para retocarse los labios-
Nadie dice nada. Veo como no deja de mirarme por el rabillo del ojo, me está poniendo enferma.
-Deja de mirarme Andrew.
-Deja de llamarme así.
-Lo haré si te mantienes lo más alejado posible de mí.
-Uff, me estás pidiendo demasiado.
-Me das asco.
-Cada día estoy más orgulloso de ello.
No quiero seguir con la conversación. Me giro hacia la ventana y observo el paisaje, es precioso aunque hay veces que me canso de ver siempre lo mismo.
No sé en qué momento del trayecto me quedo dormida, no lo recuerdo con claridad.
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vértigo y susurros
Novela JuvenilMaddie es una joven de veinte años que estudia medicina y en su tiempo libre es la capitana del equipo de vóleibol, siempre ha odiado a los jugadores de Rugby pero en especial a Matheo, el capitán del equipo y novio de Rachel, la persona más insopor...