Louder Than Bombs

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—Me gusta estar casado —dijo Taehyung medio adormilado

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—Me gusta estar casado —dijo Taehyung medio adormilado. Desde que habían sobrevivido a la fiesta del día después y a la entrega de regalos (la mayoría de los cuales mugían o cloqueaban), no habían hecho nada durante días salvo hacer el amor, hablar, dormir y leer. De vez en cuando, Chef enviaba una bandeja de comida y bebida para sustentarlos. Por lo demás, los dejaban en paz. Ni siquiera Philippe interrumpió el tiempo que pasaron juntos.

—Parece que te estás adaptando bien —dijo Jungkook, acariciándolo detrás de la oreja con la punta de su fría nariz. Tae estaba tumbado boca abajo con las piernas estiradas en una habitación que se usaba para almacenar armamento sobrante, que se encontraba sobre la herrería. Jungkook estaba encima de él, protegiéndolo de la corriente de aire que entraba por los huecos de la puerta de madera. Aunque no tenía la certeza de cuánto cuerpo se le vería si alguien entraba, lo que estaba claro era que la parte posterior de las piernas desnudas de Jungkook estaban a la vista. Este se frotó contra él de manera sugerente.

—No es posible que quieras volver a hacerlo.

Taehyung se rio alegremente cuando repitió el movimiento. Se preguntó si aquel aguante sexual era cosa de vampiros o de Jungkook.

—¿Ya estás criticando mi creatividad? — Jungkook le dio la vuelta y se acomodó entre sus muslos—. Además, estaba pensando en esto, no en eso. —Bajó la boca hacia la suya y se deslizó suavemente dentro de él.

—Hemos salido aquí fuera para trabajar mi puntería — dijo Taehyung, al cabo de un rato—. ¿A esto te referías con practicar el tiro al blanco?

Jungkook soltó una estruendosa carcajada.

—Hay cientos de eufemismos auverneses para hacer el amor, pero no creo que ese sea uno de ellos. Le preguntaré a Chef si le suena.

—Ni se te ocurra.

—¿Se está haciendo el mojigato, doctor Kim? — preguntó con fingida sorpresa, mientras le quitaba una paja que tenía enredada en el pelo—. No te molestes. Nadie se equivoca al imaginarse cómo estamos pasando el rato.

—Ya veo cuál es tu punto de vista —dijo, tirando de las calzas que antes eran suyas hasta encima de las rodillas—. Ahora que me has atraído hasta aquí, podrías también intentar imaginarte qué estoy haciendo mal.

—Eres un novato y no puedes esperar dar en el blanco siempre —dijo Jungkook, poniéndose en pie para buscar sus propias calzas. Una de las perneras estaba todavía sujeta a los bombachos, que se hallaban tirados allí cerca, pero la otra no se veía por ningún lado. Taehyung metió la mano debajo del hombro y le pasó la bola hecha un guiñapo en que se habían convertido.

—Con un buen entrenamiento, podría convertirme en una experto.

Ya había visto cómo disparaba Jungkook, que era un arquero innato con sus largos brazos y aquellos fuertes y magníficos dedos. Tomó el arco curvo, una media luna bruñida de cuerno y madera que estaba apoyada contra un montón de heno cercano. La cuerda de cuero retorcido se soltó.

La Sombra de la Noche KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora