—¿Ha visto al hombre lobo, Herr Roydon? Es el guardabosques del emperador y mi vecina frau Habermel lo ha oído aullar por la noche. Dicen que se alimenta de los ciervos imperiales que corretean por el Foso de los Venados.
Frau Huber tomó un calabacín con la mano enguantada y lo olisqueó con suspicacia. Herr Huber había sido comerciante en el Steelyard londinense y, aunque su esposa no amaba especialmente la ciudad, hablaba inglés con soltura.
—Bah. No hay ningún hombre lobo —dijo la signorina Rossi, mientras giraba su largo cuello y chasqueaba la lengua al ver el precio de las cebollas—. Sin embargo, mi Stefano dice que hay muchos daimones en el palacio. Los obispos de la catedral desean exorcizarlos, pero el emperador se niega.
Al igual que frau Huber, Rossi había pasado algún tiempo en Londres. Allí se había convertido en la esposa de un artista italiano que quería introducir el manierismo en Inglaterra. Ahora era la esposa de otro artista italiano que quería introducir el arte del cortado de vidrio en Praga.
—Yo no vi ni hombres lobo ni daimones —confesó Taehyung. Las mujeres pusieron caras largas—. Pero sí vi una de las nuevas pinturas del emperador —añadió, bajando la voz—. Representaba a Venus. Saliendo de la bañera.
Les dirigió una elocuente mirada a cada una.
En ausencia de chismorreos de otros mundos, las perversiones de la realeza serían suficientes. Frau Huber se enderezó.
—El emperador Rodolfo necesita una esposa. Una buena muchacha austríaca que cocine para él —opinó la mujer, que accedió a comprarle una col al agradecido verdulero al que había hecho tragarse casi treinta minutos de críticas a sus productos—. Háblenos otra vez del cuerno del unicornio. Se supone que tiene poderes curativos milagrosos.
Era la cuarta vez en dos días que le pedían que rindiera cuentas de las maravillas que había entre las curiosidades del emperador. La noticia de que habían sido recibidos en las estancias privadas de Rodolfo precedió su regreso a los Tres Cuervos y, a la mañana siguiente, las damas de Malá Strana ya estaban al acecho deseando conocer sus impresiones.
Desde que los mensajeros imperiales habían visitado su casa, además de innumerables sirvientes ataviados con libreas de decenas de aristócratas bohemios y dignatarios extranjeros, su curiosidad había ido en aumento. Ahora que Jungkook había sido recibido en la corte, su estrella era lo suficientemente segura en los cielos imperiales como para que sus viejos amigos estuvieran dispuestos a darse por enterados de su llegada... y a pedirle ayuda. Pierre sacó los libros de contabilidad y pronto se abrió la sucursal en Praga del banco de los De Clermont para hacer negocios, aunque Taehyung veía entrar muy poco de aquel precioso dinero y salir un flujo continuo de fondos para saldar cuentas atrasadas con los comerciantes de la Ciudad Vieja de Praga.
—Has recibido un paquete del emperador —le dijo Jungkook, cuando Taehyung regresó del mercado. Luego señaló con la pluma un abultado saco—. Si lo abres, Rodolfo esperará que le expreses tu agradecimiento en persona.
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La Sombra de la Noche Kooktae
FanfictionTras descubrir los poderes para viajar en el tiempo de Taehyung, él y Jungkook deciden viajar al pasado, a una epoca donde haya brujos poderosos que le enseñen a usar su poder y en donde puedan encontrar el Ashmole 782. Ambos deberan confiar mutuame...