He Knows

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Esa noche marcó un nuevo comienzo de su matrimonio

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Esa noche marcó un nuevo comienzo de su matrimonio. Jungkook estaba más centrado de lo que Taehyung jamás había visto. Atrás quedaron las ácidas recriminaciones, los repentinos cambios de dirección y las decisiones impulsivas que habían caracterizado el tiempo que llevaban juntos hasta entonces. En lugar de ello, Jungkook se volvió metódico, comedido..., aunque no menos letal. Se alimentaba con más regularidad, cazando en la ciudad y en los pueblos cercanos. A medida que sus músculos ganaban peso y fuerza, fue capaz de ver lo que Philippe ya había observado: por muy poco probable que pudiera parecer, dado su tamaño, su hijo se había ido consumiendo por la falta de una alimentación adecuada.

Taehyung tenía una luna plateada sobre el pecho que marcaba el lugar del que él bebía. No era diferente a cualquier otra cicatriz que tuviera en el cuerpo, tan solo le faltaba la áspera acumulación de tejido protector que se formaba sobre la mayoría de las heridas. Jungkook le había dicho que aquello se debía a una de las propiedades de su saliva, que sellaba el mordisco sin dejar que se curara por completo.

El ritual de Jungkook de beber la sangre de su pareja de una vena cercana al corazón y el nuevo ritual del beso del brujo, que les daba acceso a sus pensamientos, les proporcionaron una mayor intimidad. No hacían el amor cada vez que se unían en la cama, pero cuando lo hacían, siempre iba precedido y seguido de esos dos momentos abrasadores de honestidad absoluta que eliminaba no solo la principal preocupación de Jungkook, sino también la de Taehyung: que sus secretos acabaran por destruirlos de alguna forma. E incluso cuando no hacían el amor, hablaban de la forma abierta y serena que anhelan los amantes.

A la mañana siguiente, Jungkook les habló a Hoseok y a Pierre de Benjamin. La furia de Hoseok fue menos duradera que el temor de Pierre, que emergía cada vez que alguien llamaba a la puerta o se le acercaba a Taehyung en el mercado. Los vampiros lo buscaron día y noche, y era Jungkook quien planeaba las expediciones.

Pero Benjamin no aparecía. Simplemente, se había esfumado.

La Semana Santa vino y se fue, y los preparativos para el festival de primavera de Rodolfo del sábado siguiente estaban llegando a las etapas finales. El señor Hoefnagel y Taehyung transformaron el salón principal del palacio en un floreciente jardín con tiestos de tulipanes. A Taehyung le impresionaba el sitio, con aquellas elegantes bóvedas curvadas que soportaban el techo arqueado como las ramas de un sauce.

—Traeremos también los naranjos del emperador —dijo Hoefnagel, con los ojos brillantes de posibilidades—. Y los pavos reales.

El día de la actuación, los sirvientes llevaron todo candelabro que había de sobra en el palacio y en la catedral al reverberante espacio de piedra para crear la ilusión de un cielo nocturno estrellado y esparcieron juncos frescos por el suelo. Como escenario, usaron la base de las escaleras que conducían a la capilla real. Fue idea del señor Hoefnagel, dado que, de esa manera, Taehyung podría aparecer en lo alto de las escaleras, como la luna, mientras Jungkook trazaba su cambiante posición con uno de los astrolabios del señor Habermel.

La Sombra de la Noche KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora