The Other Side

23 3 0
                                    


—El señor Habermel ha pasado por aquí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—El señor Habermel ha pasado por aquí. Tu compendio está sobre la mesa.

Jungkook no levantó la vista de los planos del castillo de Praga que había conseguido de manos de los arquitectos del emperador, no se sabía cómo. En los últimos días le había estado rehuyendo y había canalizado su energía hacia la investigación de los secretos de la guardia del palacio para poder abrir una brecha en la seguridad de Rodolfo. A pesar del consejo de Abraham, que Taehyung le había comunicado debidamente, Jungkook prefería una estrategia proactiva. Quería que se fueran de Praga. Ya.

Taehyung se acercó a su lado y él levantó la vista y lo miró con ojos inquietos y ávidos.

—Solo es un regalo —dijo Taehyung, posando los guantes y besándolo intensamente—. Mi corazón es tuyo, ¿lo recuerdas?

—No es solo un regalo. Venía acompañado de una invitación para ir de caza mañana —replicó Jungkook, envolviéndole las caderas con las manos para sentarlo sobre su regazo—. Hoseok me ha informado de que la aceptaremos. Ha encontrado una forma de entrar en los aposentos reales seduciendo a alguna pobre doncella para que le muestre la colección de pinturas eróticas de Rodolfo. La guardia real estará de caza con nosotros o echando la siesta. Hoseok cree que es la mejor oportunidad que vamos a tener de buscar el libro.

Taehyung le echó un vistazo al escritorio de Jungkook, donde había otro pequeño paquete.

—¿También sabes qué es eso?

Él asintió, alargó la mano y lo tomó.

—Siempre estás recibiendo regalos de otros hombres. Este es mío. Extiende la mano.

Intrigado, hizo lo que le pedía.

Le puso algo redondo y suave sobre la palma de la mano. Era del tamaño de un huevo pequeño.

Un torrente de metal frío y pesado recorrió el misterioso huevo mientras diminutas salamandras le llenaban la mano. Estaban hechas de plata y oro y tenían diamantes incrustados en la espalda. Levantó una de las criaturas y surgió una cadena hecha enteramente de salamandras emparejadas, unidas por la cabeza a la altura de la boca y con las colas entrelazadas. Y aún más: acurrucado en la palma de su mano había un rubí. Un rubí muy grande y rojo.

—¡Es precioso! —exclamó, levantando la vista hacia Jungkook —. ¿Cuándo has tenido tiempo de comprar esto?

No era el tipo de cadena que los orfebres guardaran para los clientes que pasaban por allí.

—Hace tiempo que lo tengo —confesó Jungkook —. Mi padre me lo envió junto con el retablo. No estaba seguro de que te fuera a gustar.

—Claro que me gusta. Las salamandras son alquímicas, ¿sabes? —dijo, antes de volver a besarlo—. Además, ¿qué persona se opondría a sesenta centímetros de salamandras de plata, oro y diamantes y a un rubí lo suficientemente grande como para llenar una huevera?

La Sombra de la Noche KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora