30 de mayo de 1593
Annie le llevó la pequeña estatua de Diana al padre Hubbart, como el señor Marlowe le había hecho prometer que haría. Se le encogió el corazón al verla en la mano del wearh. Aquella figurilla siempre le recordaba a Taehyung Roydon. Incluso entonces, casi dos años después de la súbita partida de su señor, Annie lo echaba de menos.
—¿Y no dijo nada más? —preguntó Hubbard, mientras le daba mil vueltas a la figura. La flecha de la cazadora reflejaba la luz y brillaba como si estuviera a punto de echarse a volar.
—Nada, padre. Antes de partir hacia Deptford esta mañana, me pidió que le trajera esto. El señor Marlowe dijo que usted sabría qué hacer con ello.
Hubbard encontró un pedazo de papel insertado en el estrecho carcaj, enrollado y metido en el mismo sentido que las flechas de la diosa que esperaban para ser lanzadas.
—Déjame uno de tus alfileres, Annie.
Annie se quitó un alfiler del corpiño y se lo tendió con una mirada curiosa. Hubbard pinchó con el extremo afilado el papel y lo tomó con la punta. Con cuidado, lo sacó de allí.
Hubbard leyó las líneas, frunció el ceño y sacudió la cabeza.
—Pobre Christopher. Siempre ha sido uno de los hijos perdidos de Dios.
—¿El señor Marlowe no va a regresar?
Annie ahogó un pequeño suspiro de alivio. Nunca le había gustado el dramaturgo y la opinión que tenía de él no había vuelto a ser la misma tras los terribles sucesos acaecidos en el campo de justas del palacio de Greenwich. Desde que sus señores se habían ido sin dejar rastro de su paradero, Marlowe había transitado entre la melancolía y la desesperación, para llegar a algo aún más oscuro. Había días en que Annie estaba segura de que la negrura lo engulliría por completo. Quería asegurarse de que no la atrapara a ella también.
—No, Annie. Dios me dice que el señor Marlowe se ha ido de este mundo al siguiente. Rezo para que allí encuentre la paz que se le negó en esta vida. —Hubbard se quedó mirando a la niña un instante. Había crecido y se había convertido en una atractiva joven. —. Pero no te preocupes. El señor Roydon me pidió que te tratara como a uno de los míos. Yo cuido a mis hijos y tú tendrás un nuevo amo.
—¿Quién, padre?
Tendría que aceptar cualquier puesto que Hubbard le ofreciera. El señor Roydon había sido clara en cuanto al dinero que necesitaría para asentarse como costurera independiente en Islington. Le iba a llevar tiempo y un ahorro considerable reunir dicha suma.
—El señor Shakespeare. Ahora que sabes leer y escribir, eres una mujer valiosa, Annie. Le puedes ser de ayuda en el trabajo.
Hubbard se quedó mirando el pedazo de papel que tenía en la mano. Se sintió tentado de guardarlo con el paquete que había llegado de Praga y que le había sido enviado a través de la formidable red de carteros y comerciantes creada por los vampiros holandeses.
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La Sombra de la Noche Kooktae
FanfictionTras descubrir los poderes para viajar en el tiempo de Taehyung, él y Jungkook deciden viajar al pasado, a una epoca donde haya brujos poderosos que le enseñen a usar su poder y en donde puedan encontrar el Ashmole 782. Ambos deberan confiar mutuame...