Capítulo 29 - Nuestra

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15 de junio del 2020. Montecarlo, Mónaco.

Max

¿Dónde estaba mi esposa?

Al despertar, lo primero que note fue la ausencia de Emma en nuestra cama.

Me había despertado a las 5 de la mañana para salir a correr; sin embargo, mi mente se desconcentró al darme cuenta de que Emma no se encontraba a mi lado durmiendo.

Me froté los ojos y desvié mi vista hacia el baño, comprobando que las luces se encontraban apagadas.

¿Dónde se había metido?

Me levanté de la cama y salí del cuarto, dirigiendo mi caminata hacia las estancias comunes, percatándome de que tampoco estaba allí.

-¿Emma? - pregunté sin obtener respuesta - ¡Emma!

Nada.

Bufé frustrado y saqué mi celular para revisar las cámaras de seguridad; sin embargo, una pequeña y tenue luz se asomó por debajo de la puerta de mi cuarto de juegos.

Fruncí el ceño, ¿estaba jugando a los Sims a esta hora?

Caminé hasta el cuarto y abrí la puerta con cuidado, acertando en mi teoría.

Emma está sentada sobre la silla del simulador, completamente dormida y con el juego procesándose autónomamente en las pantallas.

Se había quedado dormida jugando.

Sonreí levemente y caminé hasta ella, acomodando su cabeza, ya que esta estaba doblada hacia un lado.

Emma había estado pasando por un desajuste de emociones, durante la semana había estado bastante triste y frustrada por todo lo que estaba pasando en nuestras vidas.

La pandemia, el encierro, el embarazo, la escuela, todo la frustraba, y podía entenderla, no debía ser nada fácil estar pasando por todo eso.

Así que se refugió en algo que le daba satisfacción y la oportunidad de escapar por unos minutos de su complicada realidad.

Los Sims.

Suspire pesadamente y cierre el juego.

-Mmm...

-Shh, tranquila, sigue durmiendo.

Apague la computadora y con cuidado la levante de la silla, cargándola hasta nuestra cama.

La recosté con cuidado y acomodé su cabeza sobre la almohada, asegurándome que quedará en una posición cómoda.

-Maxie...

-Duerme amor, aún es temprano - besé su cabeza.

La cubrí con las sábanas y acaricié su vientre, el cual estaba un poco más abultado.

Nuestro bebé se había estado escondiendo muy bien, puesto que con 20 semanas de gestación,aún no nos permitía ver qué sexo era, lo cual nos frustraba en gran medida.

Emma estaba emocionada por empezar a comprarle cosas como ropa, juguetes y demás, y para ello, quería saber si era un niño o una niña.

En lo personal, siempre me había visto a mí mismo como padre de una niña, pero en el caso de que fuera un niño, no tendría problema alguno.

Al final del día, era mi hijo y lo amaba con todo mi corazón.

Me aleje de la cama y camine hasta el vestidor, donde me coloqué la ropa deportiva.

Dear Max ~ Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora