Capítulo 44 - Igual a él

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No pago terapias.

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28 de mayo de 2024. Montecarlo, Mónaco.

Emma

—Mami, ¿más?

—Sí, mi amor, más espuma.

Emilia sonrió y movió sus manos en el agua de la bañera, jugando con la espuma que se acumulaba en la superficie.

Era martes, tan solo 2 días después del Gran Premio de Mónaco, Gran Premio en el que Carlos había ganado, lo cual acortaba los puntos de diferencia entre él y Max, causando estrés en el neerlandés.

Yo sabía que una parte de él me culpaba por ello, ya que el fin de semana de la desaparición de Emilia, fue el mismo que el del Gran Premio de China, por lo que no pudo competir y, por lo tanto, perdió esos preciados puntos para el campeonato.

—Pero no fue así, yo... creo que simplemente tienes que tratar de estar más tiempo en casa para que esto no vuelva a suceder.

Fruncí el ceño.

—¿Cómo dices?

—Emma es que...

—¿Es que, que, Max Emilian? — me levanté del sillón para encararlo —. ¿Acaso estás insinuando que esto fue mi culpa?

—Yo no dije eso... — negó mientras miraba al suelo, jugando con los dedos de su mano.

—¿Entonces? — me crucé de brazos, incrédula por las palabras que estaba escuchando —. Porque es justo lo que parece.

Cerré los ojos al recordar nuestra pelea de esa maldita mañana.

—¿Entonces qué?, ¿quieres que contratemos a otra niñera? — apreté la mandíbula.

—No creo que eso sea lo correcto.

—¿Entonces?, ¿Cómo pretendes que resolvamos esto? Por qué yo no puedo dividirme en dos, no puedo estar en dos lugares al mismo tiempo, ¿o tú puedes?, porque yo no.

—Emma...

—No voy a dejar esto, ¿de acuerdo? — Lo encaré —. Y no te atrevas a decir que no es justamente lo que estás pensando.

—Por Dios, Emma... — bufó mientras cambiaba un par de pasos lejos de mí —. No estoy pensando nada.

—Si lo haces — dije con seguridad.

—¡Por supuesto que no, carajo! — dijo mientras comenzaba a molestarse.

—¡Si lo haces! — ataque —. Sé que lo piensas y que todos aquí lo han pensado en las últimas horas, pero adivina, no voy a dejar ir esta oportunidad, no de nuevo.

—¿Entonces qué?, ¿que nuestros hijos se vayan al carajo?

Fruncí el ceño.

—¡¿Qué?!, ¡por supuesto que no!

—¡¿Entonces, cómo piensas resolver esto?! — gritó mientras me apuntaba con el dedo.

—¡¿Yo?!, ¡¿disculpa?! — reí cínicamente —. ¡Estos también son tus hijos!, ¡esta no es únicamente mi responsabilidad!

—¡Sabes perfectamente que yo no puedo estar al pendiente de ellos como tú!, ¡Carajo, tengo que salir a trabajar para poder mantener a esta familia!

Dear Max ~ Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora