30. BREE

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Respiré mirando a los adultos frente a mí, literalmente me habían montado un consejo de guerra con el general del ejército, la jefa del ala de investigación y los reyes luego de que el muy amable de Arek decidiera ir a dar las quejas por mi aventu...

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Respiré mirando a los adultos frente a mí, literalmente me habían montado un consejo de guerra con el general del ejército, la jefa del ala de investigación y los reyes luego de que el muy amable de Arek decidiera ir a dar las quejas por mi aventura nocturna. Ni siquiera me había dejado explicarme de lo furioso que estaba antes de llevarme al despacho de Kane después de tocar la puerta de Valeshka y mandarla a organizar el consejo. Habían llamado hasta a Alick, como si fuera una niña pequeña que necesita que todos esos adultos tomen decisiones por ella.

—Tampoco es para tanto —traté de defenderme cuando Arek terminó —. Iba armada.

—Incumpliste órdenes directas —me escupió furioso.

—No eres mi padre para decirme que hacer —me levanté de la silla en la que me había obligado a sentarme al llegar.

—Bree —me llamó con suavidad Hari —, necesitamos que comprendas que queremos lo mejor para ti.

—¡Solo salí de mi cuarto siguiendo a quien se supone que no debe separarse de mí!

—No tergiverses la situación —respondió en tono amenazante Arek —. Había una potencial amenaza y te mandé a un sitio seguro mientras iba a ver qué pasaba.

—¡¿Una potencial amenaza en una fortaleza militar con reyes con poderes a un piso de distancia?! ¡Venga ya!

—¿Sabes cuántos nobles han muerto asesinados a pesar de eso? —rebatió sin levantarme la voz, lo cual me molestó aún más.

—Tiene que ser una broma. No puedes estar insinuando que...

—¿Por qué no nos calmamos? —preguntó Alick metiéndose entre nosotros con aire conciliador, pero tanto Arek y yo estábamos demasiado enfadados para ser razonables, algo en su mirada era afilado como un cuchillo.

Cualquier avance que hubiéramos hecho se acabó ahí, su mirada ardía furiosa y yo no dudaba que la mía fuera un reflejo de la suya. Me temblaba todo el cuerpo de la ira, estaban siendo todos muy dramáticos para que la cosa fuera así de simple, aún no les había ni mencionado a la persona que estaba en el pasillo, ni lo que había sentido al mirarlo.

—¿Qué me habéis ocultado? —los miré a todos dándome cuenta de algo. Nadie se pondría así de tenso por eso de no ser porque algo había pasado. Elian y yo habíamos salido varias veces del castillo con Arek y Alick de noche sin avisar a nadie y jamás había habido una queja.

—Será mejor que esto lo hablemos por la mañana, ahora todos deberíamos descansar un rato —sentenció Selene con esa voz que usaba cuando estaba en el rol de reina.

—Lo mínimo que me merezco es una explicación, estáis histéricos todos —los miré viendo cuál sería el que la diera, aunque algo en mi interior supiera que el jueguito de ocultarme secretos parecía haberse afianzado demasiado—. Dejadme adivinar —se me escapó una risa hueca cuando noté que nadie estaba por la labor de hablar —, no entro en el club de los informados.

Heraldos de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora