No tuvo del todo claro cómo reaccionar cuando Bree lo arrastró fuera del recinto. Verla moverse con un instinto puramente animal lo hizo sentir miedo y orgullo a partes iguales, después de todo la novata no era tan mojigata cómo pensaba.
Se dejó llevar sin rechistar, aunque no apartó la vista de su mano. Bree aún no se la había soltado y no sabía decir si le agradaba o no, por una vez simplemente no le molestaba. Observó los recientes cayos y heridas que habían aparecido, producto de los largos y duros entrenamientos a los que se enfrentaba a diario. Chase se movía rápida y mecánicamente, de la manera en que solo lo hace alguien que se mueve por pura memoria muscular. Arek pensó que lo llevaba a su casa, un lugar que consideraba seguro, es por eso que lo sorprendió tremendamente ver que lo arrastraba al interior de una cafetería antes de darse cuenta de dónde había ido.
La novata se quedó paralizada y fue el turno de Arek de tirar de ella, la guio hasta el fondo para sentarse en una mesa que le permitiera ver todo el local y todas sus puertas, por lo que pudiera ocurrir.
—¿Qué te pasa? —le preguntó tras varios segundos de silencio incómodo. Arek se fijó en que temblaba, su pulso iba muy rápido y su olor había cambiado, aunque no fuera de miedo.
—¿Qué os pongo, chicos? —se acercó una camarera de unos cuarenta y tantos con el pelo oscuro y una sonrisa amable. Arek buscó una respuesta en la cara de su acompañante, pero esta parecía demasiado lejos de ahí.
—Dos de esos, por favor —señaló el dibujo de unos vasos con un líquido de colores que no tenía ni idea de que eran. La camarera se marchó, cuando se quedaron solos Arek volvió a mirar a Chase. No le gustaba tener que lidiar con esas cosas, no las entendía.
—No me había dado cuenta —se le escapó en un suspiro ahogado mirándolo por fin.
Arek se sintió abrumado, el Eurípides volvía a estar en sus ojos y él no tenía ni idea de cómo hacer que se calmara. Se regañó internamente por no ser Elian o Tillman, cualquiera de los dos hubiera sabido cómo reaccionar cuando Chase se echó a llorar.
—No llores —dijo torpemente.
—Permití que me alejara por miedo a él y resulta que ella me necesitaba —se llevó las manos a la cabeza y apoyó los codos en la mesa.
—No tenías por qué saberlo, no era tu problema —volvió a regañarse al notar lo cruel que podía haber sonado —. Yo... no me refería... —Chase lo miró un momento antes de echarse a llorar aún más. La camarera se acercó y dejó los vasos frente a ellos, no sin antes preguntarle a Chase qué pasaba, a pesar de que no consiguiera sonsacárselo. Arek la espantó como pudo diciéndole que no se preocupara.
—Soy una amiga horrible.
—Está muy bueno, deberías probarlo —señaló el vaso llevándose la pajita a la boca y sorbiendo un poco tratando de distraerla —. Pues sí que está bueno —se le escapó al probarlo. A la novata debió de hacerle gracia porque levantó un poco la mirada para observarlo
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Heraldos de la Muerte
FantasyDos jóvenes, un secreto oculto, una profecía y una inminente guerra. Terris, un mundo que Bree, una lectora apasionada, no pudo llegar ni a imaginar, es el mundo de Arek, juntos van a tener que encontrar la verdad y luchar contra esa vieja profecía...