Duró un solo instante, pero el tirón logró marearme y desubicarme durante los instantes que duró, apenas sentía la mano de papá, aun así, la luz me cegó de manera abrumadora al llegar al otro lado, el mareo me dificultó mantenerme en pie e incluso respirar se me hizo complicado durante unos segundos, fue como si todo mi cuerpo reaccionara a algo que yo no pude comprender, era una sensación extraña, como de mariposas en el estómago, pero en todo el cuerpo, un cosquilleo nuevo y único.
Pestañeé tratando de enfocar todo a mi alrededor, ansiosa por comprender lo que me rodeaba, todo lo que iba a suceder, fue ahí cuando noté que la mano de mi padre se había separado de la mía para caminar a grandes zancadas hacia delante.
—¿Cómo está su majestad? —hizo una dramática reverencia riéndose con diversión.
—Puede levantarse soldado, lo veo mucho más anticuado de lo que lo recordaba —respondió un hombre de barba y pelo negro que no tardé en identificar por sus ojos verdes como Kane.
—Puede que tenga algo que ver que hayan pasado 20 años de eso —dijo papá con una sonrisa en la cara que parecía imborrable, no tardé en darme cuenta de que hacía mucho que no lo veía sonreír así si no era cuando mamá volvía de algún viaje de negocios o cuando me fui de viaje de fin de curso.
—Puede ser, supongo que podremos discutirlo luego— le sonrió él justo antes de dar un paso adelante para darle un abrazo con alegría.
—Ey, ey, relajaos que es mi turno —los separó una mujer rubia.
—¡Selene! —la abrazó también con cariño y yo no tardé en asociar el nombre a la esposa de Kane, papá me había hablado de ella con cariño en alguna ocasión desde que había empezado todo, diciéndome que cuando la conociera no tardaría en cogerle cariño.
Aproveché el momento de reencuentros para revisar la comitiva de bienvenida, una pelirroja guapísima saludaba a Hari acompañada por una niña de pelo castaño que, deduje, sería su hermana, siguiendo con mi escáner pasé a los dos chicos que estaban junto a ellas, mientras un conocido pelinegro decía en voz alta "¡mamá!" antes de darle un fuerte abrazo que me hizo preguntarme cómo no partió a Haridian en dos. Se me paró el corazón al reconocerlos a ambos, tanto al alto rubio como al pelinegro más bajito, dudé que hubiera terminado de pegar el estirón del todo.
El pelinegro no se fijó en mí, demasiado ocupado en mi padre, el cual Reagan les estaba presentando a él y ambas chicas, pero el rubio se me acercó con una sonrisa divertida.
—Te dije que volveríamos a vernos, Chase —habló en voz baja mirando cómo transcurrían las presentaciones frente a nosotros. Se había parado a mi lado, tan cerca que nuestros brazos se rozaban.
—¿Quién...? —lo dejé en el aire sin saber del todo cómo continuar, me sentía abrumada, confundida y mareada a partes iguales.
—El pelinegro al que parece que vas a secuestrar por la mirada que le estás echando es Elian, el hijo de Reagan —comentó en tono confidencial sin despegar la mirada de cómo mi padre le pasaba una mano por el pelo al tal Elian diciéndole que lo recordaba como una bola de pelo fea, mientras su madre lo defendía —. Yo no creo que necesite explicarte de dónde me conoces —me echó una mirada como diciéndome que sabía perfectamente que lo recordaba y de dónde lo recordaba —. Soy Alick, uno de tus entrenadores y guardaespaldas.
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Heraldos de la Muerte
FantastikDos jóvenes, un secreto oculto, una profecía y una inminente guerra. Terris, un mundo que Bree, una lectora apasionada, no pudo llegar ni a imaginar, es el mundo de Arek, juntos van a tener que encontrar la verdad y luchar contra esa vieja profecía...