6. BREE

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La mañana siguiente me desperté con las esperanzas de que todo aquello no hubiera sido más que un sueño, aunque se esfumaron todas por completo cuando Don Quijote salió con ropa de papá del baño de invitados preguntándole a mi padre y tío Dereck:

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La mañana siguiente me desperté con las esperanzas de que todo aquello no hubiera sido más que un sueño, aunque se esfumaron todas por completo cuando Don Quijote salió con ropa de papá del baño de invitados preguntándole a mi padre y tío Dereck:

—¿Estáis seguros de que esto está a la moda? —los miró señalando una de las camisetas que papá usaba para andar por casa o cuando no quería usar camisas, esta tenía el logo de ACDC y era blanca, de mis favoritas sin duda, más de una vez se la había robado.

—Va guapísimo, general, no se preocupe —se burló mi tío mientras papá se mordía el labio con diversión observando los jeans negros y la camiseta que él tantas veces había usado.

Me quedé paralizada en la puerta de mi habitación terminando de procesar que no había sido un sueño y que había una posibilidad de que la magia existiera, aunque yo aún no estuviera del todo segura de eso.

—Sobri, a que va guapísimo —me dijo mi tío sacándome de mi ensimismamiento y haciéndome señas para que me acercara.

—Eh... —dudé mirando al hombre, me parecía que le pegaba más ropa militar que una camiseta vieja de ACDC, pero sería como decir que mi padre solo podía usar el uniforme —Sí... eh...—volví a dudar, pensando qué se suponía que debía decir— todo... un galán.

Otra cosa no, pero el premio a las frases estúpidas seguro que te lo llevas.

—Te pones una chaqueta de cuero y va a parecer que vuelves a tener veinte años —trató de convencerlo mi padre yendo a buscarla para que se la probase.

—Por eso lo digo... ¿aquí las modas no cambian?

—Que va —se rio mi tío, sin duda se lo estaba pasando genial —, esta gente recicla la ropa, que ahora se han dado cuenta de que se están quedando sin mundo y les ha dado por usar la ropa de sus padres.

—En realidad, son imitaciones, la ropa es nueva, trata de parecerse a la de los ochenta —corrigió mi padre —, aunque esa camiseta puede considerarse reliquia, la tengo desde antes de casarme con María —arrugó la nariz dándose cuenta de los años que habían pasado desde que se la compró.

—Desde antes de que perdiéramos al mejor rastreador que hemos tenido en bastante tiempo —se lamentó Don Quijote mirando a la pobre camiseta como si fuera la causante de todos y cada uno de sus problemas.

Igual deberías preguntarle su nombre.

Me lo dijo ayer, igual es un poco feo volver a preguntar.

—La vida es dura —se encogió de hombros papá como si no le importase, aunque yo supiera lo mucho que extrañaba su país o, bueno, lo que sea que sea ahora su lugar de procedencia, hablaba con demasiada nostalgia de sus años en el ejército y de sus amigos ahí como para que no le importase de verdad, lo miré pidiéndole que me echara una mano sin decir nada y no tardó en ponerse a mi lado y pasarme un brazo de los hombros —. Este viejo cascarrabias es Reagan, te he hablado de él —en ese momento no tardé en asociar el nombre a uno de sus mejores amigos, me había hablado de él en demasiadas ocasiones, mi curiosidad se disparó por las nubes —, todas las historias que te he contado son verdad, solo las aclimaté para que te fuera más sencillo comprenderlas, Kane, Reag y yo servimos al ejército juntos, solo que Kane ahora es el rey, Reagan el general de ese ejército y yo me retiré de las filas hace casi veinte años —sonrió, como si fuera el chiste del siglo y yo muy lenta para pillarlo.

Heraldos de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora