14. BREE ✓

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Decir que me fui a casa con el corazón hecho pedazos era decir poco, las lágrimas bajaban imparables ante la idea de todo lo que había perdido

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Decir que me fui a casa con el corazón hecho pedazos era decir poco, las lágrimas bajaban imparables ante la idea de todo lo que había perdido.

Al llegar a casa mamá estaba sentada en el salón con el portátil en las piernas, probablemente trabajando, y no tardó nada en girarse para verme cuando me escuchó entrar.

-Bree... -me dijo levantándose enseguida para abrazarme mientras yo sentía que me rompía del todo y sin forma de evitarlo -¿Qué ha pasado, cariño?

-Le mentí... -me salió del alma en un lamento ahogado.

-¿A Laura?

-A todos -un sollozo más fuerte salió de mí, absolutamente roto, era como si el gran dique que había construido para que nadie me viera así de destrozada hubiera sucumbido a la presión de mis lágrimas.

-Ven -tiró de mi mano hacia el pasillo que llevaba a las escaleras -, date una ducha para calmarte y me lo cuentas mientras te echo una mano para prepararte, estamos solas, papá y el resto han ido a preparar las últimas cosas, no nos interrumpirán -su voz era tan calmada que me recordó a cuando de pequeña me caía y me decía que no pasaba nada, que con una tirita estaría como nueva. En ese momento me habría gustado que alguna tirita curase el dolor que sentía.

Me dejé guiar en silencio, incapaz de discutir o emitir algún sonido que no fueran sollozos. Mamá caminó hasta el baño y abrió la ducha para que el agua se calentara mientras iba a por una bata y algo de ropa interior, yo me sentía horriblemente mal y más sola que nunca, tenía la sensación de que todo era irreal y que si no me movía me despertaría pensando que no era más que un sueño, aun así, de forma casi automática, como prácticamente todo en mi vida últimamente, me saqué la ropa lentamente, pieza por pieza, luchando con la repulsión hacia mí misma que empezaba a apoderarse de mi ser tras haberle mentido a Natalia a la cara.

-Entra -me animó con cariño mamá una vez volvió con la ropa en la mano para que diera un paso y me metiera bajo el agua.

Dudé un poco a la hora de hacerlo, pero obedecí, el agua caliente bajó por mi piel y algo en mi se revolvió mientras lo demás terminaba por romperse, lloré bajo la ducha un rato, mientras mamá me esperaba pacientemente en mi habitación para darme algo de espacio. Me perdí tanto en mi dolor que no me di cuenta de que sentía un cosquilleo en las piernas hasta que las lágrimas se me agotaron y la piel se me arrugó más que nunca.

Bajé la mirada y me pegué un grito al ver cómo el agua se enroscaba alrededor como si de serpientes se tratasen, mamá entró corriendo preocupada y cerró a toda velocidad el grifo, en cuestión de segundos el agua cayó de golpe y se perdió en el tragante.

-¿Q-qué ha sido eso? -se me cortó la voz del miedo y del dolor de garganta por haber pasado tanto tiempo llorando.

-Tranquila -me tomó con delicadeza por los hombros para sacarme de la ducha y pasarme una toalla por encima de los hombros -, es normal, estás sintiendo emociones muy fuertes, puede descontrolarse un poco-trató de calmarme, aunque en su voz había un leve temblor que insinuaba que no estaba tan tranquila.

Heraldos de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora