7. BREE

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Sin ninguna clase de duda, fue el desayuno más extraño de mi vida

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Sin ninguna clase de duda, fue el desayuno más extraño de mi vida. Mis padres y tío Dereck no pararon de hablar con los invitados sobre cosas de ese mundo de cuento y aunque yo traté de seguir la conversación acabé bastante perdida a la mitad, había demasiados términos que no comprendía y que hacían perderme lo suficiente como para que en verdad entendiera de qué hablaban, de lo que si me había enterado bastante era sobre Kane, el otro amigo de mi padre estaba muy presente a pesar de no estarlo físicamente, papá y Don Quijote, que resultó no estar tan loco como en un principio pensé al verlo vestido de caballero medieval en la sala de mi casa, no pararon de contar cosas de él, ya fuera cómo estaba ahora o viejos recuerdos.

A pesar de que la idea de un mundo mágico me cautivó, pronto la conversación se tornó de un matiz más sombrío, por lo que pude entender, necesitaban a mi padre porque estaban en medio de un conflicto con otro reino y necesitaban ayuda para algo, ahí empecé a perderme ante nombres que yo no conocía, lo que supuse que serían conocidos suyos porque en algunas ocasiones mi tío y Haridian participaban aportando información a la conversación, me sorprendió que incluso mi madre parecía comprenderlo todo, hasta el punto de participar activamente en el debate, como si la magia la hubiera cautivado también mucho atrás, pero ella supiera cosas que yo no y eso le diera una perspectiva diferente a la mía, una mucho más realista puesto que su mirada estaba cubierta de sombras que no supe descifrar del todo.

Nunca había visto a papá tan feliz como en esos momentos en los que hablaban de Kane y, de los que supuse, serían conocidos a los que les tenían más aprecio, daba la impresión de que llevara años guardando en una caja todas sus sonrisas y hubiera decidido sacarlas todas ese día, por eso no pude evitar compartir algunas, aunque muchas cosas no las comprendiera, su felicidad se me hizo contagiosa y por lo que vi a mamá le pasaba más de lo mismo porque no paró de sonreír tampoco.

Una vez terminamos de desayunar la escena no pudo hacérseme más extraña y familiar a la vez, mamá hablaba con tío Dereck y Haridian sobre dragones, logrando que toda mi atención se fijara en ellos haciendo preguntas, una parte de mí se lo hacía creído todo desde el primer momento, pero la parte más racional de mí decía que hasta que no lo viera no lo podría creer, por eso decidí dejar de prestar atención a esa conversación para escuchar la que mantenían mi padre y Don Quijote, la suya no era de magia, pero me llamó la atención igual, hablaban de piratas y Reagan le decía a mi padre que su madre había estado confeccionando el traje para la boda de uno de ellos.

La mención de mi abuela me hizo quedarme clavada escuchando lo que ambos decían con atención, yo no sabía demasiado de ella o de mi abuelo por parte de padre, los únicos que me quedaban, papá solo me había contado que el abuelo también participó en el ejército y que la abuela era una gran costurera que tenía su propia tienda. Supuestamente vivían en Estados Unidos, el que, hasta ayer, se suponía que era el país natal de mi padre.

—Tendrías que haberla visto —le decía Don Quijote —, no paró de presumir de que había hecho uno similar para ti y de que también había vestido a María, que ese día parecía una princesa y que si estaba demasiado hermosa.

Heraldos de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora