44. BREE

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Me atacó una mezcla de miedo y nerviosismo, tenía tantas preguntas que no sabía ni por dónde empezar

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Me atacó una mezcla de miedo y nerviosismo, tenía tantas preguntas que no sabía ni por dónde empezar. Arek se había sentado junto a mí en los sillones del pasillo frente a su habitación. Le eché una ojeada rápida, en el fondo estaba tan guapo como de costumbre, a pesar de su gesto preocupado. Los ojos grises me escrutaban también a mí mientras que su pelo parecía más desordenado de lo normal, como si lo hubiera estado tocando con nerviosismo, aunque no fuera un gesto que se pudiera esperar del imperturbable Arek.

—Odian mucho a los portadores de sombras —traté de romper el hielo.

—Fuera de este reino sí, aquí simplemente tienen miedo a una amenaza desconocida.

—¿Hay más como tú?

—No lo sé —se encogió de hombros —. Tampoco es como que vayamos hablando de nuestras habilidades por ahí.

—Yo... —dudé, no tenía aun del todo claro por dónde empezar —. ¿Qué has averiguado? — pude ver cierta reticencia en su mirada, en el fondo seguía luchando contra lo que consideraba su lealtad al reino —. Necesito saber qué está pasando, no le hablaste a Selene de Raven por alguna razón, no puedes hacerlo todo solo —él le lanzó una mirada como diciendo "¿es un reto?" —. Corrijo mi afirmación, no tienes por qué hacerlo todo solo.

Desde que lo conocía había podido entender un poco más su manera de comportarse y el por qué de las cosas. Había aprendido a apreciar cada pequeña muestra de confianza que me había mostrado y a atesorar cada mirada que contenía un poco de orgullo de su parte. Pero, después de todo, sabía que si había una manía que no soportaba era la creer que tenía que hacerlo todo solo. Había entendido cómo el detonante de eso había sido su infancia a través de los pocos retazos que había decidido mostrarme, pero eso no quitaba que me estresara un poco.

—Los dioses son caprichosos.

—Me has contado muchas historias suyas y empieza a preocuparme que les haya dado por querer hacerme parte de una —casi le supliqué con la mirada que me lo contase todo, él pareció incapaz de soportarlo y con un suspiro buscó cualquier otra cosa que observar.

—Raven es el señor de los muertos, a mi parecer uno de los más piadosos, aunque no sea una opinión que muchos compartan.

—¿Por?

—Su familia. Fónisa, una de sus hijas y Stregissa, su mujer. Hacen la triada de las sombras, crearon a los portadores de sombras, nadie tiene claro el por qué, pero no es importante. He estado muchas veces al borde de la muerte, Raven no me ha dejado hacer el paso, si sigo vivo es porque él así lo ha querido.

—¿Te mantiene con vida por ser un portador de sombras? —Arek se encogió de hombros, era otra respuesta que no podía darme —¿Y qué quiere de mí?

—Eso solo él lo sabe —suspiró mirando al techo como buscando respuestas en él.

—Vale, en ese caso háblame del libro.

Heraldos de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora