Trató de mantener la compostura, aunque notase la mirada de Keltán en todo momento. Lo había intuido en el tiempo que había compartido en el barco de esclavistas, solo le había costado un par de años y ser secuestrado por un fuego misterioso confirmarlo. Todos y cada uno de sus instintos estaban alerta y alterados, sabía perfectamente que ahora menos que nunca debía confiarse con los dioses, no podía poner en peligro a Bree.
—¿El qué? —le preguntó la chica al dios. Por mucho que tratara de mantener la calma, todos eran conscientes de su inseguridad y de que sabía que estaba encerrada en una sala llena de depredadores.
Arek no pudo evitar preguntarse qué estaría dispuesto a hacer él por protegerla, Kane y Reagan lo matarían si le sucedía algo a Chase. Tenía claro que no podría acabar con dos dioses, pero igual sí que conseguía sacarla de ahí si las cosas se ponían feas. Probablemente no sobreviviera, pero era un riesgo que estaba dispuesto a correr. Si uno de los dos tenía que salir vivo de allí no era él.
Raven lo miró un segundo a él, los dos sabían que Arek había estado demasiadas veces cerca de entrar en sus dominios, de la misma manera en que ambos sabían que él era uno de sus hijos. Era uno de los herederos de su poder y cualquiera que lo supiera mataría por ello. Los portadores de sombras jamás serían bien recibidos en ningún lado. Si alguien descubriera su secreto acabaría viviendo una vida clandestina. Probablemente acabase siendo recibido en la tierra de los muertos antes de que llegase a cumplir 10 años más.
Los dos dioses compartieron una mirada divertida. Aquello no era más que un juego para ellos. Un juego letal para Arek en el que podría perder todo lo que había construido. A pesar de todo, no sentía miedo, había estado aterrado gran parte de su vida y había suplicado demasiadas veces la muerte como para que algo de lo que estaba en aquella sala pudiera imponerle. Lo único que le importaba era la chica que no merecía otra cosa que una vida larga y lejos del dolor que se sentaba a su lado.
Arek había deseado en un pasado que se diera de bruces contra la realidad. Solo necesitó mirar de reojo a Bree un instante para darse cuenta de que la chica que miraba desafiante a los dioses a pesar del miedo no era la misma que había llegado. Una parte de él decidió en ese mismo momento que ella debía vivir, que se encargaría de que fuera ella la que acabase en el trono de Delta. Al precio que fuera. La chica tenía coraje, pero se preocupaba por los demás, sin importar que no los conociera de nada. Si lo sumaba a al poder que corría por sus venas no pudo encontrar una heredera más adecuada.
—Creo que buscas a un príncipe —Raven ordenó los papeles que tenía en frente sin mirarlos, pero Arek supo que había notado la tensión que compartieron ambos mortales. Keltán los miraba divertido, tenía información que se debatía entre revelar o no. El patrón de Delta era personalmente el que aprobaba a los reyes que dirigían su reino desde el primer Thánatos. ¿Estaban ahí por eso o había algo más?
—¿Qué sabes del hijo de Kane y Selene? —la novata apoyó los brazos en la mesa y se echó para adelante mirando a la muerte a los ojos.
—Sé muchas cosas.
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Heraldos de la Muerte
FantasíaDos jóvenes, un secreto oculto, una profecía y una inminente guerra. Terris, un mundo que Bree, una lectora apasionada, no pudo llegar ni a imaginar, es el mundo de Arek, juntos van a tener que encontrar la verdad y luchar contra esa vieja profecía...