-Si me disculpáis, me voy con Wy para hacer un par de tareas que tenemos pendientes antes de la cena -se excusó Layna en cuanto tuvo la oportunidad de no tenerlo cerca demasiado tiempo.
Había pasado todo el día con un mal presentimiento, había tratado de convencerse de que eran todo imaginaciones suyas, se arrepintió de pensar eso nada más verla ahí.
La cabellera castaña que había provocado que fallase una misión de seguimiento estaba frente a sus ojos a pesar de ser terrestre y, como no era suficiente, para sumarse a sus desgracias estaba al lado del objetivo de esa misión, el cual sería su compañero en el entrenamiento de la sobrina del rey, la cual llegaba ese mismo día... Se negaba a creerlo.
-Kane, Reagan -se acercó a donde el rey y su mentor se encontraban junto a un rubio que no tuvo dudas de que era Dylan Chase, había leído demasiados libros contando sus historias como para equivocarse.
-Me alegro de verte de nuevo -fue lo primero que le dijo Reagan al verlo -. Arek, te presento a Dylan -señaló al hombre rubio de ojos verdes que lo miraba con una mezcla de curiosidad y diversión mientras le extendía la mano para apretarla a modo de saludo -, Dy, este es Arek -lo señaló a él en esta ocasión.
-Uno de nuestros mejores soldados -sonrió con orgullo Kane -. Reag tuvo buen ojo con él.
-Así que este es tu chico, ¿lo de elegir a otro rubio y otro pelinegro ha sido casualidad o es que buscas sustituirnos por personas más jóvenes? -bromeó Dylan mirando al general.
Kane le hizo señas para separarse mientras Reagan perdía la poca seriedad que tenía cuando no se encontraba de servicio. Lo guio hasta ponerlo frente a Tillman y la chica.
-Hola de nuevo, adonis, ya te extrañaba -lo saludó Tillman aguantándose la risa, Arek le lanzó una mirada amenazante, pero el chico no se amedrentó.
Se planteó qué clase de pecado había cometido como para que en esos momentos un desconocido se estuviera riendo de él como si nada y él no pudiera responderle.
-Arek, te presento a mi sobrina -Kane le pasó un brazo por los hombros mirándolo con diversión, para nada ajeno a la situación -, como bien sabes, serás uno de los encargados de cuidarla.
-Sí, señor -respondió con frialdad, aunque en su interior estuviera acordándose de todos y cada uno de sus antepasados y maldiciendo el momento en el que aceptó ese trabajo, aun a sabiendas de que no le gustaba la gente y mucho menos los desconocidos. Nunca debió haber aceptado.
-A que es guapa mi prima -habló Elian haciendo que lo notase por primera vez en toda la conversación y no para bien porque se ganó otra mala mirada, probablemente era la única persona que se atrevía a reírse de él de forma tan abierta y la única a la que se lo permitía -. No se lo tomes en cuenta, no es tan cascarrabias como parece -se dirigió a la chica tratando de no reírse.
La miró, no le pareció la persona más llamativa del mundo, ninguna solía parecérselo, nunca se detenía lo suficiente como para hacerlo, pero, desde luego, cualquier persona que le tuviera miedo perdía todo el atractivo que él pudiera verle. No era extraño que le tuvieran alguna clase de respeto o miedo cuando lo veían, ya le habían dicho muchas veces que parecía alguien inaccesible, cruel y frío, tampoco le importaba demasiado, hacía su trabajo y se iba a dormir después de entrenar, no le era necesaria la aprobación de nadie para dormir bien por las noches.
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Heraldos de la Muerte
FantasyDos jóvenes, un secreto oculto, una profecía y una inminente guerra. Terris, un mundo que Bree, una lectora apasionada, no pudo llegar ni a imaginar, es el mundo de Arek, juntos van a tener que encontrar la verdad y luchar contra esa vieja profecía...