—Al menos podría fingir que siente algo de pena por ti —murmuré mirando por encima del hombro a Elian mientras sonreía despidiéndose de nosotros.
—No la siente —se encogió de hombros Arek acercándose al portal.
Lo seguí sin pensármelo demasiado, Reagan y Kane le habían dado más instrucciones a Arek antes de irse y él parecía dispuesto a cumplirlas a toda costa, ya no quedaba nada del chico del claro del bosque, volvía a ser el soldado al que todos temían.
—Dios mío, creo que voy a vomitar — comenté llevándome una mano a la barriga cuando volví a sentir el tirón del estómago luego de cruzar el portal entre ambos mundos. Esa vez me pareció mucho peor que la anterior —¿Cómo es que tú ni te inmutas? —pregunté mirando a Arek mientras luchaba porque el aire volviera a mis pulmones y la sala dejase de darme vueltas.
—Costumbre.
Parecía apurado, aunque no se quejase de que me tomase varios minutos para hacer que mi cuerpo se sobrepusiera. Aprovechó para hablar con Kendra, la ancianita protectora del portal parecía tenerle mucho cariño. A pesar de que empezara a reírse en su cara cuando Arek le confesó a regañadientes la tapadera que llevábamos ese día para que me dejasen ir. Ya me había contado durante el desayuno, antes de que Alick llegase para molestarlo y comer con nosotros, que era una especie de prueba, comprobar qué tanto podría adaptarse a algo que lo incomodara si la misión lo pedía.
—Creo que ya estoy mejor —murmuré al acercarme a ellos.
—Pues a por el objetivo —se rio Kendra mirando a Arek y guiándonos hacia la tienda de antigüedades —¿Se puede saber qué hacéis? —exclamó indignada cuando me despedí de ella y Arek fue a abrir la puerta.
—¿Qué? —respondió Arek.
Kendra se acercó a nosotros con diversión perversa tiñendo cada una de las expresiones de su cara. Tomó la mano de Arek y luego la mía para unirlas sin despegar los ojos de la cara de mi acompañante, no pude evitar imaginármela contándole esto a Reagan como si fuera el chisme del siglo. El chico no cambió la expresión fría que siempre portaba, lo cual pareció no terminar de convencer a la mujer.
—Sonríe, muchacho, que se supone que estás locamente enamorado de la chica a la que le estás dando la mano y con lo mona que es no podrás quejarte —se llevó las manos a la cintura justo en el momento en que Arek le respondía con un gruñido —. Nada de quejas —Arek puso la sonrisa más falsa que se pudiera poner —, va a haber que perfeccionarla, pero algo es algo —negó como si no tuviera remedio —, a ver si aprendes de ella —me señaló —que parece más ilusionada que tú.
Si ella supiera... Me cosquilleaba todo el cuerpo y estaba teniendo que recordarme que era Arek y que no soportaba a nadie, mucho menos a mí.
—Recordad —abrió la puerta —, parejita enamorada —canturreó empujándonos fuera. Arek y yo nos alejamos en silencio escuchando su risita por lo bajo y cómo murmuraba algo de que en sus tiempos cualquier hombre habría retado a otro por una cita conmigo.
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Heraldos de la Muerte
FantastikDos jóvenes, un secreto oculto, una profecía y una inminente guerra. Terris, un mundo que Bree, una lectora apasionada, no pudo llegar ni a imaginar, es el mundo de Arek, juntos van a tener que encontrar la verdad y luchar contra esa vieja profecía...