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Era el día de la fiesta, con Momo había decidido combinar disfraces

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Era el día de la fiesta, con Momo había decidido combinar disfraces. Ella era Spiderman y yo era Venom. Pensábamos en algo más elaborado, pero al ver lo bien que se amoldaba el traje a nuestro cuerpo, nos dimos cuenta de que era suficiente para destacar. Claro que compré los disfraces más caros que encontré. Siempre básica, pero nunca barata.

Momo me venía mostrando algunos vídeos de las personas que ya habían llegado, eran más de lo que pensaba y el sitio era totalmente enorme. No tuvimos que esperar más, pues ya habíamos llegado. La japonesa llevaba una botella de alcohol cara, botella que tuve que patrocinar yo para que me volviera a hablar después de que perdoné a Bangchan.

Entramos al lugar y nos ganamos más de una mirada. Había de todo tipo de disfraces, desde los más graciosos hasta los más atrevidos que se puedan encontrar. Era un patio gigante, había una enorme piscina y estaban tanto afuera como adentro de ella, vaya que Bambam tenía dinero. Momo y yo comenzamos a caminar entre las personas para ver si reconociamos a alguien, para nuestra mala suerte, solo estaban Sana y Jihyo, pero se veían muy ocupadas besándose como para hablarles. Internamente eso me hacía sentir bien, pues arreglaron sus problemas.

— Está todo el mundo aquí, pero nadie que me agrade. — Gritó Momo, tapándose los oídos por lo fuerte que estaba la música.

— Quiero buscar a Bangchan. — Mi amiga me soltó del brazo y yo me dirigí a la piscina. Conociéndolo, aprovecharía la primera oportunidad que tuviera para quitarse la camiseta.
Sonreí al ver que había acertado en cada palabra, estaba en la piscina y sin la camiseta. — Channie. — Hablé a sus espaldas, el chico se dió la vuelta con una sonrisa.

— ¡Princesa! — Me levantó del suelo y me abrazó, yo hice lo mismo. — Ese disfraz te sienta demasiado bien. — Dió un beso corto en mis labios.

— Gracias, a ti también te queda bien el tuyo. — Su mirada se vió confundida.

— Pero si no traigo disfraz... — Apreté sus mejillas.

— Por eso mismo, tonto. — Reí al ver como su expresión se suavizó.

Bangchan tomó mi mano y me llevó de regreso a la casa. Los colores del otoño se mezclaban con el ambiente festivo. El australiano se abrió paso a través de las personas bebiendo con una sonrisa de oreja a oreja. Sus amigos nos metieron a su grupo minutos después de que entramos, haciendo que iniciara un mar de risas entre todos nosotros.

En un ambiente más relajado, me servían una copa tras otra, poniéndome un poco más alegre con cada trago. Los comentarios de broma de mi novio empezaron a hacerme reír sin control, y mi risa era contagiada para el resto de las personas. Aunque sus amigos le ofrecían bebidas, él las rechazaba, yo entendía la razón.

— Channie, no te preocupes, puedes beber. — El castaño me dió una mirada para confirmar que estaba segura de lo que decía, yo asentí en silencio.

Gym Crush || Michaeng Donde viven las historias. Descúbrelo ahora