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Retiré la manta para darle una mejor vista de mí con la tenue luz

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Retiré la manta para darle una mejor vista de mí con la tenue luz. Mi rostro estaba ruborizado y tenía las manos tambaleándose mientras intentaba mantenerme serena y no demostrar mis deseos. Mina observó cada uno de mis contornos y se deslizó hasta mi lado, sus manos recorriendo mi cuerpo como si fuera la primera vez que me veía.

Sonreí con picardía ante los ojos atentos de Mina y apagué la única vela que le permitía verme, dejándonos a oscuras. La habitación quedó sumergida en una oscuridad que hacía que cada uno de mis sentidos se viniera arriba. Sentí el calor de su cuerpo acercándose y susurré suavemente sobre su oído.

— No sería bueno que se nos acaben la velas. 

— No, para nada. Es la última luz que nos quedará por algún tiempo, deberíamos aprovecharla... — Me respondió Mina en el mismo tono. 

Me recargué en su cuerpo descubierto, mismo que se erizó en cuanto sintió el contacto de nuestras pieles desnudas.

— Me gusta estar cerca de ti. — Susurré, pasando mi mano por su suave cuello.

— ¿Ah, sí? — Estaba usando todo mi esfuerzo para no estremecerme.

— Sí, es hermoso oír tu respiración. — Hablé contra su oreja. No podía verla, pero sabía que se había sonrojado.

Poco a poco, mi mano comenzó a recorrer la piel de Mina, descubriendo cada curva y valle con mi pulgar. Mi dedo recorrió suavemente su cintura y yo pude sentir cómo su respiración se acentuaba.

— ¿Quieres algo de mí, Mina? — Pregunté, rozándole el cuello con mi nariz. 

— Solo quiero que me tengas cerca.

Sin decir nada, Mina movió mi cuerpo hasta que estuve encima de ella, recostada contra su pecho. Su aliento caliente rozó mi cuello y yo levanté mi cabeza hacia ella para recibir un beso. Nuestros labios se tocaron suavemente, después, se deslizaron lentamente uno sobre el otro. Estaba claro que las dos deseábamos mucho más.

Con cuidado, Mina tomó mis caderas con sus manos suaves y yo me apoyé sobre sus hombros. Nuestras respiraciones se acompasaron, y ella comenzó a moverse lentamente debajo de mí, avivando todas las ganas que había estado reprimiendo en mi interior. Cada movimiento lento y suave se hacía más urgente y delicioso mientras nuestros cuerpos se frotaban.

Yo seguí su ritmo, pero lo aceleré a medida que los movimientos de Mina se volvieron más veloces. La urgencia me desbordó y, sin contenerme, empecé a moverme con energía sobre su cuerpo. El sonido de nuestros cuerpos moviéndose en un delicioso vaivén iba aumentando, mezclándose con los gemidos y los jadeos que empezaron a escapar de nuestras bocas, elevándose en intensidad a medida que nos íbamos moviendo. 

— Oh, dios. No te detengas, no ahora. — Reclamó Mina en cuanto sintió que bajé la velocidad, ella estaba intentando recuperar el aire.

Al ver que Mina estaba a punto de llegar al clímax, me levanté de encima suyo con una sonrisa victoriosa, haciéndola jadear y gemir de frustración.

Gym Crush || Michaeng Donde viven las historias. Descúbrelo ahora