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Me despierto a las seis y media de la mañana, el suave sonido de mi alarma rompiendo el silencio de mi habitación

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Me despierto a las seis y media de la mañana, el suave sonido de mi alarma rompiendo el silencio de mi habitación. Me estiro y me levanto lentamente, recordando que hoy es el primer día de clases de mi último año en el instituto. Me dirijo al baño, me ducho y me visto rápidamente. Luego, hago mi cama y me peino, dividiendo mi cabello moreno en dos trenzas que caen a cada lado de mi cara. Miro mi reflejo en el espejo, ajustando mis pecas con una leve sonrisa.

Bajo las escaleras y entro en la cocina, donde el aroma del café recién hecho me recibe. Mis padres ya están allí. Mark, mi padre, está preparando unos huevos revueltos, mientras que Roger, mi padrastro, está leyendo el periódico con una taza de café en la mano.

Mi madre abandonó a mi padre cuando nací, y eso lo sumió en una pequeña depresión. Se alejó de su trabajo en la empresa, dejando a cargo a personas que solo le robaron y perjudicaron el negocio. Fue entonces cuando mi padre conoció a Roger, un abogado prestigioso al que eligió por su buena fama para denunciar al empleado que le había robado miles de euros.

Tras el caso, empezaron a llevarse muy bien y formaron una relación muy cercana. Roger era gay y eso no era un secreto para nadie. Una noche, mientras celebraban que habían ganado el caso, Roger besó a mi padre. Mi padre, confundido, se alejó de Roger, creyendo que solo le gustaban las mujeres. Sin embargo, al estar separado de Roger durante una semana, se dio cuenta de que lo necesitaba a su lado y que no le importaba su orientación sexual. A los pocos meses formalizaron su relación. Yo aún era un bebé en ese entonces, así que no era consciente de muchas cosas. Lo único que sabía y sé es que ellos son mis padres: Mark, mi papá, y Roger, mi papi.

Algunos podrán pensar que puedes llegar a avergonzarte por esto. Pero yo estoy muy orgullosa de tener unos padres como ellos, son dos hombres guapos y fuertes que me apoyan, defienden, ayudan y sobretodo me quieren como a nada en este mundo.

—Buenos días, Maddie —me saluda papá con una sonrisa— ¿Lista para tu último primer día de clases en el instituto?

—Sí, aunque estoy un poco nerviosa —respondo, tomando asiento en la mesa— Es difícil creer que este es el último año.

—Vas a hacerlo genial, como siempre —dice Roger, sin apartar la vista del periódico pero con una sonrisa en los labios— Solo recuerda ser tú misma y todo saldrá bien.

Papá sirve los huevos revueltos en un plato y lo coloca frente a mí. Mientras desayunamos, hablamos sobre mis expectativas para el año. Les cuento sobre las materias que tengo, los profesores que me gustan y los que no tanto.

—Recuerda que no estás sola, Maddie —dice papá, sentándose a mi lado— Siempre puedes contar con nosotros para cualquier cosa.

—Lo sé, papá. Gracias —le respondo, sintiendo un cálido agradecimiento.

Terminamos de desayunar y subo de nuevo a mi habitación para recoger mis cosas. Meto mis libros y cuadernos en la mochila y me pongo las gafas, que son indispensables para poder leer la pizarra en clase. Miro el reloj y me doy cuenta de que ya son las ocho.

Cardigan || Vinnie Hacker Donde viven las historias. Descúbrelo ahora