Desperté lentamente, sintiendo la luz del sol colarse entre las cortinas de la habitación. El reloj marcaba las diez de la mañana, y cuando bajé la mirada, la encontré acurrucada contra mi pecho, su cabello rubio esparcido sobre las sábanas y su respiración suave. Madison dormía plácidamente, con una tranquilidad que me hizo sonreír. Tenía la cabeza apoyada en mi hombro, y su brazo descansaba sobre mi torso, como si estuviera aferrándose a mí incluso en sus sueños.
No pude evitar quedarme observándola. Había algo en la forma en que la luz tocaba su rostro, resaltando sus facciones suaves, que la hacía parecer casi irreal. Tan hermosa. En ese momento, parecía un ángel, y me sentí increíblemente afortunado de tenerla a mi lado. Mi mano se deslizó lentamente por su pelo, acariciándolo con cuidado para no despertarla. El tacto de su piel contra la mía me traía recuerdos de la noche anterior, de cómo habíamos compartido algo tan profundo y especial.
Sentí que se removía un poco, y supe que estaba despertando. Sus ojos parpadearon lentamente antes de abrirse por completo, y me miró con una pequeña sonrisa somnolienta.
—Buenos días —murmuró con la voz ronca de recién despertada.
—Buenos días, pequitas —respondí, inclinándome para besar su frente suavemente. No podía dejar de sonreír al verla.
Ella suspiró y se movió un poco más, pero de inmediato su expresión se tensó ligeramente. Puso una mano en su cadera y soltó una pequeña risa incómoda.
—Ay… creo que estoy un poco adolorida —admitió, tratando de no hacer una mueca mientras se sentaba lentamente en la cama.
—Lo siento —le dije, con una sonrisa culpable mientras me incorporaba para observarla mejor. Sabía perfectamente a qué se refería— No quería hacerte sentir así.
Ella me lanzó una mirada juguetona mientras se levantaba de la cama, caminando hacia el baño con pasos lentos y algo torpes.
—No te preocupes, valió la pena —respondió desde la puerta, antes de desaparecer al otro lado. Solté una carcajada y me quedé recostado, pensando en lo afortunado que era.
Mientras Madison estaba en el baño, me levanté y decidí pedir el desayuno. Sabía que, después de la noche que habíamos tenido, ambos necesitábamos reponer energías. Me acerqué al teléfono y marqué al servicio de habitaciones. Pedí un par de cafés, zumos, y una variedad de platos: tortitas, huevos revueltos, fruta. Algo que nos llenara pero que también pudiéramos disfrutar lentamente.
Unos minutos más tarde, escuché la puerta del baño abrirse. Madison salió con el pelo desordenado y todavía secándose las manos. Llevaba puesta una de mis camisetas, que le quedaba enorme, y una sonrisa en el rostro.
—¿Pediste el desayuno? —preguntó mientras volvía a la cama, sentándose al borde y estirándose.
—Claro —respondí, caminando hacia ella y sentándome a su lado—. Lo último que quiero es que te me desmayes de hambre.
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Cardigan || Vinnie Hacker
Teen FictionMadison y Vincent son estudiantes de instituto cuyos caminos se cruzan de manera inesperada. Madison, una chica sencilla y amable, se enamora de Vincent, el chico rebelde y popular del colegio. Lo que Madison no sabe es que su relación con Vincent f...