Madison y Vincent son estudiantes de instituto cuyos caminos se cruzan de manera inesperada. Madison, una chica sencilla y amable, se enamora de Vincent, el chico rebelde y popular del colegio. Lo que Madison no sabe es que su relación con Vincent f...
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El mes de marzo había llegado, y con él, una sensación de que los días volaban. Tal vez era porque las cosas habían cambiado para bien en mi vida, y sentía que todo se debía a Madison. Era como si ella lograra que todo, incluso lo malo, se sintiera menos pesado. Pero hoy no había ido a clase. Hace dos semanas, durante uno de los entrenamientos, había tenido un problema en la muñeca izquierda, y hoy tenía que ir al médico para ver cómo iba la recuperación. Sabía que Madison estaba preocupada por mí, y no había dejado de mandarme mensajes desde que supo que faltaría a clase.
Me acomodé en la cocina mientras mi madre, como siempre, se movía con soltura entre la encimera y la nevera, preparándome algunos bocadillos para la sorpresa que tenía planeada. No le había respondido a Maddie durante toda la mañana porque quería sorprenderla.
Después de la visita al médico, mi plan era recogerla en el instituto, llevarla a nuestro lugar especial, esa colina desde donde se puede ver toda la ciudad, y pasar la tarde juntos. Sabía que llevaba semanas pidiéndome ir a ver esa nueva película de amor que había salido, y aunque no eran mi tipo de películas favoritas, sabía lo mucho que le encantaban a ella. Al final, lo que importaba era hacerla feliz.
—¿Te sientes mejor, Vinnie? —preguntó mi madre, cortando el último bocadillo mientras me observaba con el ceño fruncido, claramente preocupada.
—Sí, mamá. El doctor dijo que la muñeca está mejorando. Solo debo seguir usando la venda una semana más —respondí, levantando la mano vendada para tranquilizarla—. No es nada grave.
Ella asintió, pero no parecía del todo convencida. Sabía que estaba preocupada, y aunque intentaba ser fuerte frente a mí, no podía evitar ser la madre protectora de siempre.
—Bueno, ya sabes que si te duele, tienes que descansar. Nada de estar cargando cosas pesadas, ¿eh? —me advirtió, mientras terminaba de meter las galletas y las bebidas en una pequeña nevera portátil.
—Lo sé, lo sé. Prometo cuidarme —respondí, dándole un beso en la mejilla antes de recoger la nevera.
—Por cierto —dijo, cambiando de tono mientras me miraba con una sonrisa—, ¿esto es para una cita especial con Madison?
Solté una pequeña risa, rascándome la nuca.
—Algo así. Quiero sorprenderla, así que la recogeré después de clase y la llevaré a nuestro lugar secreto. Luego... bueno, tal vez la lleve al cine. Ha estado pidiéndomelo durante semanas.
—Oh, qué bonito. Es bueno que la cuides, Vinnie. A las chicas les encanta cuando los chicos se esfuerzan por ellas. —Se acercó y me dio un abrazo rápido—. Dale recuerdos de mi parte cuando la veas.
—Lo haré, mamá. Gracias por ayudarme con todo esto.
Salí de casa con la nevera y la cesta de bocadillos, metiéndolo todo en el maletero de mi coche antes de subirme al asiento del conductor. Aún tenía tiempo antes de que saliera Madison, así que decidí tomarme el viaje con calma, disfrutando del buen clima de marzo mientras las calles pasaban a mi alrededor. La ciudad parecía despertar con la primavera, y los árboles comenzaban a florecer. Era un buen día para una sorpresa.