Madison y Vincent son estudiantes de instituto cuyos caminos se cruzan de manera inesperada. Madison, una chica sencilla y amable, se enamora de Vincent, el chico rebelde y popular del colegio. Lo que Madison no sabe es que su relación con Vincent f...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Era sábado, el día acordado para cenar en casa de Vinnie, y estaba más nerviosa que nunca. No entendía por qué, ya que había cenado en la casa de los Hacker muchas veces antes. Pero algo en esta ocasión se sentía diferente. Mientras desayunaba con mis padres, decidí comentarles sobre la cena y preguntar qué podría llevar como un detalle.
—Creo que debería llevar algo a la cena esa noche. Ya he cenado muchas veces en casa de los Hacker y nunca he llevado nada —dije, mirando a mis padres en busca de sugerencias.
Mark, mi padre biológico, levantó la miada del periódico y sonrió.
—Lleva unas galletas. A todos les gustan las galletas caseras.
Roger, mi otro papá, no estuvo de acuerdo.
—No, no, Maddie. Lleva unos cupcakes. Son más vistosos y siempre son un éxito.
Empezaron a discutir amigablemente sobre qué llevar. Después de unos segundos, levanté las manos para detenerlos.
—¡Está bien! Llevaré ambos. Así todos estarán contentos.
Mark asintió, satisfecho.
—Buena idea. Por cierto, Madison, no conozco a Vinnie todavía. Me gustaría que un día viniera a cenar o a comer a casa para conocerlo.
Me quedé callada, un poco incómoda con la idea, pero bajo la mirada insistente de mi padre, finalmente respondí:
—Se lo diré. A ver cuándo puede.
Papá sonrió, satisfecho con mi respuesta. Roger aprovechó el momento para agregar su opinión sobre Vinnie.
—Vinnie me cayó bien. Es un tipo agradable y, lo más importante, trata bien a Madison. Eso es lo que cuenta.
Me sentí un poco más relajada al escuchar eso, pero aún no podía evitar sentirme nerviosa.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Después de comer, me decidí a ponerme manos a la obra con los postres. Empecé por las cupcakes, ya que las magdalenas necesitaban tiempo para enfriarse antes de ponerles la crema. Elegí una receta clásica de vainilla con crema de mantequilla, pero con un toque de limón para darle un poco de frescura. Mientras las magdalenas estaban en el horno, me puse a preparar las crumble cookies, una nueva tendencia en galletas que había querido probar. Hice de chocolate, canela, lotus, fresa y frutos secos.
