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El día había sido largo, y cuando llegué a casa de Madison, ya sabía que la encontraría acurrucada en su cama, con la nariz roja y una montaña de pañuelos a su lado

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El día había sido largo, y cuando llegué a casa de Madison, ya sabía que la encontraría acurrucada en su cama, con la nariz roja y una montaña de pañuelos a su lado. Desde que me dijo que no se sentía bien, Mamá había insistido en hacerle una sopa casera. Así que allí estaba yo, con una bolsa llena de sopa caliente y un par de medicinas para el resfriado, listo para pasar la tarde cuidándola.

Toqué la puerta con suavidad antes de entrar. La casa estaba tranquila, sus padres habían salido a trabajar y James estaba con sus amigos. Subí las escaleras y empujé la puerta de su habitación, encontrándome con la escena que me imaginaba: Madison tapada hasta la nariz, con el pelo desordenado y la mirada cansada.

—Ahí está mi guerrera —dije con una sonrisa, dejando la bolsa sobre su escritorio y acercándome a la cama—. ¿Cómo te sientes?

—Como si me hubiera pasado un camión por encima —respondió ella, con la voz ronca y débil. Se incorporó un poco para verme mejor—. ¿Trajiste la sopa?

—Claro que sí. Mamá me obligó —bromeé, sacando el tupper de sopa y un par de cucharas—. Pero igual sabes que lo habría hecho aunque no me lo pidiera.

Madison sonrió suavemente y me hizo un espacio en la cama, para que me sentara junto a ella. Me acomodé a su lado, pasando un brazo por sus hombros y acercando el tupper de sopa.

—Aquí, tómate esto antes de que se enfríe —dije, entregándole la cuchara—. Te prometo que te hará sentir mejor.

Ella asintió y comenzó a tomar la sopa lentamente, con pequeñas pausas para respirar.

—No puedo creer que justo cuando tenemos una fiesta, me enfermo —dijo entre sorbos—. Jack lleva semanas organizándola, y ahora ni siquiera puedo ir.

—Tú no te preocupes por eso —dije, pasándole un pañuelo—. Él lo entenderá. Además, te toca descansar. Yo tampoco quiero ir si no vas.

Madison dejó la cuchara a un lado y me miró fijamente.

—No, Vin. Tienes que ir. Jack estará decepcionado si no vas, lo sabes. Ha estado todo el día hablando de cómo iba a ser la mejor fiesta de todas. No puedes quedarte aquí por mí.

Suspiré, sabiendo que tenía razón. Jack estaba emocionado por la fiesta, pero la verdad es que no me entusiasmaba la idea de ir sin ella.

—No me siento con ganas de fiesta si tú no estás ahí —dije, acariciando su cabello—. Podría quedarme aquí toda la noche contigo, no me importa.

—Me siento mal por Jack, Vin. Él te necesita ahí, especialmente después de lo que le costó convencer a tanta gente. Además, no quiero que te pierdas de algo divertido solo porque estoy resfriada.

Hice una pausa, sopesando la situación. Madison siempre había sido así: preocupándose por los demás, incluso cuando no se encontraba bien. Pero la verdad era que yo solo quería estar con ella.

Cardigan || Vinnie Hacker Donde viven las historias. Descúbrelo ahora