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Llevaba ya un mes siendo el novio de Madison y, a pesar de mis esfuerzos por mantener la distancia emocional, me resultaba cada vez más difícil

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Llevaba ya un mes siendo el novio de Madison y, a pesar de mis esfuerzos por mantener la distancia emocional, me resultaba cada vez más difícil. Había algo en ella que me tenía embobado, una chispa que hacía que quisiera estar siempre a su lado. Pero no podía permitirme caer en esa trampa. No cuando había una apuesta en juego y, sobre todo, no cuando estaba tan acostumbrado a mi vida sin ataduras.

Era sábado, y el ayer, Madison tenía algo que hacer, aunque no quiso contarme qué era. Aproveché la oportunidad para hacer algo de acción y tratar de sacar a la pequeña pecosa de mi cabeza. Les dije a mis padres que iba a dormir a casa de Jack, pero en realidad, me dirigí a casa de Julia. Ella tenía la casa sola y estaba más que dispuesta a ofrecerme la distracción que necesitaba.

Mientras besaba a Julia entre las sábanas de su cama, mi mente, traicionera, viajaba hacia Madison. No podía evitar comparar sus dulces sonrisas y miradas llenas de cariño con la intensidad de mi relación con Julia. Desearía poder estar así con Madison, sin miedo a nada, sin apuestas, sin mentiras. Pero la vida no era tan sencilla.

Julia, notando mi distracción, empezó a besarme el cuello, sabiendo que era mi punto débil. Sus besos eran una mezcla de pasión y desesperación, intentando capturar toda mi atención. Entre susurros y jadeos, comenzó a burlarse de Madison.

—¿Qué ve en ti esa nerd? —se rió entre dientes, mientras me besaba el cuello—. Seguro que está esperando una historia de amor de película, pobre ilusa.

Me tensé, sintiendo la irritación crecer dentro de mí. Julia no sabía cuándo parar. La besé ferozmente, intentando silenciarla, pero ella siguió.

—Debe ser tan patética cuando intenta ser sexy, ¿no? —continuó, riendo.

—Julia, para —le dije, tratando de mantener la calma.

—¿Qué pasa? ¿Te he tocado una fibra sensible? —respondió, con una sonrisa burlona.

No pude evitarlo. La besé con más fuerza, más rabia, tratando de apagar esos comentarios crueles. Pero mi mente no podía evitar volver a Madison, a su sonrisa, a su risa, a cómo me hacía sentir de verdad querido, sin juegos, sin apuestas.

Finalmente, me aparté de Julia, respirando con dificultad.

—¿Qué te pasa, Vinnie? —preguntó, algo irritada.

—Nada. Simplemente no me gusta que hables de Madison así —respondí, sintiendo una oleada de culpabilidad.

Julia me miró con desdén.

—¿En serio te importa esa chica? —se burló—. Pensé que todo esto era una apuesta para ti.

—Y lo es —mentí, aunque la verdad era mucho más complicada.

Julia se rió y volvió a besarme, pero el momento ya estaba arruinado para mí. Mis pensamientos seguían regresando a Madison. Sabía que tenía que tomar una decisión pronto, pero por ahora, estaba atrapado entre dos mundos.

Cardigan || Vinnie Hacker Donde viven las historias. Descúbrelo ahora