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El día del velorio había llegado. La casa de Doyoung estaba llena de familiares, amigos y conocidos, todos reunidos para ofrecer sus condolencias y compartir el dolor de la pérdida. El aire estaba cargado de tristeza y el sonido de los sollozos resonaba por todas partes. Las fotografías de Soohyuk y el pequeño Hangyul decoraban el salón, creando un altar en su memoria.

Doyoung, exhausto y abatido, apenas tenía fuerzas para mantenerse en pie. Sus ojos estaban hinchados por el llanto y su semblante reflejaba la devastación que sentía en su corazón. Jungwoo y Haechan estaban a su lado, sosteniéndolo y ofreciéndole el apoyo que tanto necesitaba.

En su apartamento, Jaehyun observaba la escena a través de su computadora, su rostro una máscara de emociones encontradas. Había intentado hablar con Doyoung varias veces para darle el pésame, pero sus llamadas habían quedado sin respuesta. Cada vez que el teléfono de Doyoung iba directo al buzón de voz, la ira se apoderaba de él, pensando que su plan no había funcionado, que todo había sido en vano.

—¿Por qué no me respondes, Doyoung? —murmuró Jaehyun, sus dedos apretando con fuerza el borde del escritorio—. Todo esto lo hice por nosotros, para que pudiéramos estar juntos.

La pantalla mostraba a Doyoung recibiendo abrazos y palabras de consuelo, pero Jaehyun solo veía obstáculos, personas que se interponían entre ellos.

Finalmente, Jaehyun decidió calmarse. Sabía que presionar a Doyoung en ese momento solo empeoraría las cosas. Necesitaba darle tiempo para que procesara su dolor y volviera a él por voluntad propia.

—Te daré tiempo, Doyoung. Pero no mucho más —pensó para sí mismo, tratando de encontrar consuelo en sus propias palabras.

Pasaron los días y la distancia entre ellos no se acortó. Doyoung, sumido en su dolor, parecía estar en un mundo aparte, cerrado a las comunicaciones externas que no fueran las necesarias. Jaehyun, por su parte, seguía observando desde la distancia, esperando pacientemente el momento adecuado para intentar de nuevo.

Finalmente, el día del entierro llegó con un cielo plomizo que parecía reflejar el duelo colectivo de todos los presentes. La ceremonia se llevó a cabo en el cementerio local, donde las tumbas de Soohyuk y Hangyul esperaban ser cubiertas por la tierra fría y húmeda.

Jaehyun, sintiendo un nudo en la garganta, se acercó a Doyoung después de la ceremonia. Su corazón latía con fuerza mientras cada paso lo acercaba más a aquel que amaba y que ahora enfrentaba la peor de las pérdidas.

—Doyoung... —susurró Jaehyun, su voz apenas audible, lleno de dolor compartido y anhelo de consolar.

Doyoung se volvió hacia él, sus ojos enrojecidos y llenos de lágrimas, pero también de un reconocimiento silencioso de que Jaehyun estaba allí por él, a pesar de todo lo que había pasado entre ellos.

—Jaehyun... —musitó Doyoung, dejando escapar un suspiro tembloroso.

Sin decir una palabra más, Jaehyun simplemente lo abrazó con fuerza, como si pudiera protegerlo de todo el dolor que lo rodeaba. Doyoung se aferró a él, dejando salir las lágrimas que había estado conteniendo desde hacía tanto tiempo.

Cuando la gente comenzó a dispersarse, Jaehyun no dejó que Doyoung se alejara.

—Ven conmigo, Doyoung. No quiero que estés solo esta noche —dijo Jaehyun con voz suave pero firme, ofreciéndole un lugar de consuelo y refugio.

Doyoung asintió débilmente, sintiendo una mezcla de gratitud y una necesidad abrumadora de no estar solo en ese momento de desolación. Jaehyun lo guió hasta su automóvil, conduciéndolo a su apartamento en un silencio que era tanto incómodo como lleno de una tensa necesidad de conexión.

Luz 𝓎 Sombra ᩡ   ݂ jaedo ׄ   ׅ   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora