𝟺𝟻

69 3 0
                                    

—Doyoung, por favor, tranquilízate. Sé que esto es demasiado complicado, pero tienes que calmarte. Ahora, haz lo que te digo, ¿vale? —explicaba Jungwoo mientras salía de la habitación del hotel, tratando de fingir tranquilidad.

Doyoung caminaba de un lado a otro, buscando la llave que Jackson le había dejado la vez que habían llegado a su casa.

—¡Por Dios, Jungwoo, no encuentro la puta llave! —dijo desesperado mientras lloraba.

—Doie, por favor, respira. No tenemos mucho tiempo; recuerda bien dónde la dejaste. Dirígete a la habitación, toma una foto de cada maldita esquina y huye, huye a la fiscalía. Yo te estaré esperando ahí —dijo Jungwoo, tratando de tranquilizarlo.

Doyoung hizo lo que su amigo le indicó, tomó un respiro profundo y cerró los ojos. Recordó que aquella vez se había quedado dormido, y desde aquel día no ordenaba la cama gracias a que había sido sedado otra vez. Su mente se iluminó y comenzó a desbaratar la cama, sacudiendo cada almohada y sábana a su paso, hasta que en un momento escuchó cómo un objeto metálico se impactaba en el suelo. Miró a todos lados del piso hasta que la vio: la llave estaba ahí.

—La encontré, Woo —dijo feliz al celular, pues habían prometido no cortar la llamada.

—Bien, ahora dirígete a la habitación a la que Jaehyun nunca te dejaba entrar y ábrela —dijo Jungwoo mientras Doyoung ya caminaba hacia el lugar—. Doyoung, escúchame bien, la policía estará ahí en cualquier momento —Doyoung insertó la llave y comenzó a girarla con miedo—. Mientras tanto, tienes que ser fuerte y tratar de no quedarte en shock —empujó la puerta—. Solo toma las fotos y envíamelas, yo haré lo demás.

Cuando Doyoung comenzó a entrar a la habitación, sintió las manos sudando y el cuerpo temblar. Sintió cómo su corazón latía mil veces más rápido cuando escuchó la puerta principal abrirse de un golpe: Jaehyun había llegado.

—¡Doyoung, corre! —gritó Jungwoo desde el celular al escuchar lo mismo que Doyoung.

Doyoung, desesperado, entró a la habitación con los ojos cerrados, pero al abrirlos sintió cómo el tiempo se detenía. Amaba demasiado a Jaehyun, tanto que jamás había pensado que lo que estaba ahí pudiera existir. Quizá en otras circunstancias le parecería romántico, pero ahora, sabiendo el historial de Jaehyun, sentía arrepentimiento, estaba arrepentido de haber sido tan ingenuo.

Sus ojos repasaron la habitación. No mentía cuando decía que no había ni una pared sin alguna foto suya, fotos que él ni siquiera sabía que existían. El computador que estaba encendido dejaba ver muchas grabaciones: había una cámara enlazada a la habitación de Jaehyun, otra al baño, una que parecía de su antigua casa, otra en el baño de su antigua casa, y una que al parecer se encontraba en su propio pecho, pues al tocar el collar que Jaehyun le había regalado en alguna ocasión, pudo ver su propia mano cubriendo la grabación.

Mientras eso pasaba, pudo escuchar los pasos acercándose.

—¡Doyoung, toma las fotos ya! —gritaba Jungwoo.

Doyoung comenzó a fotografiar toda la habitación. Recorrió los cajones y se asqueó al ver sus prendas ahí, prendas sucias, las cuales también fotografió. Pero eso no lo impactó tanto como lo que vio al final: en una esquina de la habitación había un gran cartel, un cartel con muchos nombres, incluido el suyo encerrado en un corazón, y el de su hijo, tachado en color rojo. Pero lo que más lo perturbó fue la parte inferior del cartel, donde había recortes de piel con nombres grabados y mechones de cabello pegados con una sustancia rojiza. Sintió las lágrimas cayendo en su cara, pero seguía inmóvil. Solo pudo tomar una última fotografía y enviarla rápidamente a Jungwoo antes de escuchar cómo los pasos estaban más cerca aún.

Luz 𝓎 Sombra ᩡ   ݂ jaedo ׄ   ׅ   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora