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Mark manejaba a toda velocidad bajo la lluvia que había comenzado a caer hacía aproximadamente media hora. Lo primero que tenía que hacer era llegar a casa de Jackson, donde sabía que Yuta estaba quedándose a dormir por si surgía una situación, qué lástima que haya pasado tan rápido.

Cuando llegó a casa de Jackson, tocó el claxon con desesperación y, al ver que nadie salía, dio un golpe al volante. Luego, salió del vehículo y se paró frente a la puerta de la casa, donde vio salir a un adormilado Yuta.

—Mark, son las nueve de la mañana, ¿qué pasa? —preguntó Yuta.

Mark sentía que quería acercarse y golpearlo pero sabía que él no tenía la culpa de nada. Cuando vio que Jackson asomaba detrás de Yuta, simplemente dijo:

—Tienen dos minutos para arreglarse y subir conmigo al auto.

La cara de los chicos era de total confusión.

—Se lo han llevado, se llevaron a Haechan —gritó Mark, con las lágrimas comenzando a resbalar, pero desapareciendo rápidamente al mezclarse con las gotas de lluvia.

Los extranjeros, al oír esto, abrieron los ojos y hasta Mark pudo percibir cómo el sueño se desprendía de sus cuerpos. En menos de un minuto, ya estaban subiendo al auto. Ahora era Yuta quien manejaba, ya que según él, era quien mejor controlaba el estrés.

Se sentían desesperados. El cielo nublado, la lluvia comenzando a tomar más fuerza, como si el cielo supiera que algo malo estaba pasando y llorara por ello. Querían ir más rápido para llegar a casa de Jungwoo, pero sabían que no era la mejor idea arriesgarse y salirse de la carretera. Ese no era el plan.

Más o menos en una hora, ya estaban fuera de casa de Jungwoo. Patearon y forzaron la cerradura hasta que lograron que la puerta se abriera. Jungwoo salió disparado con una enorme mochila y subió directo al auto. Ya estando dentro, ahora era Jackson quien conducía, pues Yuta se había desgastado tratando de abrir la puerta. Jungwoo abrió la mochila y sacó las toallas que había empacado mientras los demás trataban de abrir la cerradura.

—Muchas gracias, Woo —le dijo Yuta sonriendo y devolviéndole la mochila desde adelante—. ¿La otra toalla para quién es?

—Para Haechan. Sé que cuando lo encontremos estará húmedo, no quiero que se resfríe —dijo Jungwoo mientras ordenaba la maleta.

Mark, al escuchar esa respuesta, sintió cómo su garganta se cerraba debido a un nudo que comenzaba a formarse en ella. En todo el camino se había sentido desesperado, ansioso y hasta enojado, pero hasta ahora, al oír las palabras de Jungwoo, le habían caído como un golpe muy duro: Haechan estaba en peligro. Cuando ese pensamiento se avecinó en su mente, no pudo evitarlo y comenzó a llorar tan fuerte como si se tratara de un niño perdido. Los demás chicos también sintieron su pecho doler, pero solo atinaron a abrazarlo y decirle que esto pasaría, que ese día volverían juntos los seis a casa, porque Doyoung también estaría ahí.

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Jaehyun escuchaba su canción favorita en la radio. Había dejado a Johnny y a Haechan en el almacén viejo y ahora era su turno de trabajar. Tenía que ir a casa de Jungwoo para hablar con él, darle un susto y también averiguar qué tanto sabía.

Ya estaba cerca, aunque la lluvia no le dejaba ver por completo. Sabía que estaba más o menos a dos calles de la pequeña propiedad. Giró una esquina más y se quedó quieto. La casa estaba abierta de par en par. Bajó del auto y, sin importarle la lluvia -que por cierto, ya había arreciado-, corrió hasta la puerta. Se dio cuenta de que la cerradura había sido forzada, y era obvio, pues él mismo se había encargado de asegurarla desde afuera para que Jungwoo no pudiera salir.

Luz 𝓎 Sombra ᩡ   ݂ jaedo ׄ   ׅ   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora