CAPÍTULO 14

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Inaya Bardeen

Estaba exhausta de tanto caminar para encontrar un empleo de al menos medio tiempo y así no ser un peso tan grande para Céline. Ella insistió en que abandonara la idea, pero sentía pena de estorbar en su casa y de alguna forma quería devolverle una pequeña parte de lo que hizo por mí desde los quince años.

Entro en casa de Céline justo cuando comenzaba a llover, el aroma a dulce recién hecho me lleva directa a la cocina, donde encuentro a Céline.

—¿Qué tal el día?

—Pasé por muchos locales y en ninguno buscaban a alguien para algún puesto —suspiro agotada —. Sabes que no me doy por vencida tan fácil, mañana volveré a salir y encontraré un trabajo.

—No debes ser tan dura contigo. Puede que estés pasando por un momento difícil, pero tu mente también se cansa —corta un trozo de dulce que me ofrece. Al dar el primer bocado sonrío recordando las veces que hizo el mismo dulce para mí en mis cumpleaños —. Podré envejecer, pero jamás olvidar cuando cumples años, Inaya.

No lo había olvidado, simplemente no me apetecía ni siquiera recordarlo.

—¿Por qué siempre recuerdas esas cosas? Odio el veintiuno de mayo y lo sabes.

—Deberías ser más positiva, cumples veintiún años —sonríe y siento sus dedos acariciar mi cabello, sonrío de vuelta.

Ella continúa horneando dulces y me quedo pensativa por varios segundos en lo que me acabo la tarta, hasta que su voz me devuelve a la realidad.

—¿Cuándo piensas contarme eso que te trae tan desestabilizada? Vamos a sentarnos —me toma del brazo hasta sentarnos a la mesa —. Ahora habla conmigo.

—Estoy... embarazada —rápido me cubro la cara con las manos al sentir vergüenza de mí —. Era mi primera vez y fui una completa irresponsable.

—¿Por eso volviste? —afirmo en un asentimiento —. ¿Y crees que estás huyendo, no es así? —vuelvo a afirmar.

—Ninguno de los dos fue consiente de lo que hacía —destapo mi cara ruborizada —. Simplemente me dejé llevar y por un instante quise... ¡No sé qué rayos estaba pensando para hacer eso! —el nudo que se forma en mi garganta me impide seguir hablando.

No llores. No llores. No llores.

—Esas cosas son muy normales en la edad de la juventud, no serás la primera, ni la última a la que le ocurra algo así —se cambia a la silla junto a mí y me dejo abrazar —. ¿Y ya sabes qué harás con ese bebé?

—Quisiera hacer una intervención, pero esas cosas son muy costosas y no tengo el dinero suficiente —acaricio mi vientre de manera inconsciente —. Supongo que no tengo más opciones que seguir sacrificandome para intentar darle una mejor vida que la que llevo ahora mismo.

—Cualquier decisión que tomes, estaré contigo.

—Sé que siempre contaré contigo, Céline.

—Ya no me llamas Éline, eso me hace sentir mal —reímos a carcajadas al recordar como la llamaba de años atrás.

Élias Rae

—¿Por qué le hiciste eso? Tú también llevas la culpa de que ella esté así.

—Nina tiene toda la razón, Élias. Esa chica no merece que la hayas tratado así, mucho menos mereces el haber sido su primera vez.

—¡Ya dejen de tratarme como un puto puberto! ¡Ella también estaba consiente de lo que hacía y aún así no se detuvo!

—¡Y lo sabe! Pero no merecía que la trataras como una cualquiera. Inaya se ofreció a ti sin pensarlo y no fuiste capaz de al menos apoyarla.

Miro por la ventana ignorandolos a ambos. Llevaba una hora siendo regañado por ellos y ya esto se me hacía incómodo.

—Ya deja de desgastarte haciendo que entienda, Nina —Ryder agarra su mochila y caminan hasta la puerta. Antes de irse me voltea a ver —. No vale la pena intentar cambiar algo que ya no tiene remedio.

«Estoy embarazada»

Esas simples palabras no dejan de hacer eco en mi cabeza desde hace días y para qué negarlo, eso me hacía sentir culpable y todo un inmaduro. Así no me había criado mi madre, ella no quería que fuera como mi padre y era exactamente lo que había echo. Como también sé que si estuviera aquí ahora, me echaría en cara todo esto y me obligaría a ir por ella sin importar que no quiera verme.

Al poner la cabeza en la almohada esa noche, no sabía por qué, pero me algo me hacia sentir responsable y un imprudente en todo esto, en parte lo era; pero en mis pensamientos esa afirmación se hacía más fuerte. Hasta el punto de pasar estas noches en desvelo, volver al mundo de la nicotina para aliviar el estrés y tener que dejar mi trabajo por falta de concentración.

Ella se había ido, yo ni siquiera la quise escuchar o al menos darle la oportunidad de encontrar una solución a todo este problema.

Quería evitar ese sentimiento, pero era tan intenso que llegaba un punto en el que se me volvía difícil evadirlo. Era la culpabilidad de no haber asumido mis actos, de no cargar con la responsabilidad aún cuando yo mismo intentaba convencerme de lo contrario.

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Élias se quiere arrepentir y a la vez no quiere perder el orgullo, pero en algún momento cede.

Hay algo raro aquí: está en letra cursiva y lleva relación con algo más. [las adivinanzas no son lo mío, pero ya sabrán en su momento]

Besukis 💛

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora