CAPÍTULO 26

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Inaya Bardeen

Esperaba a que no hubiera nadie en el pasillo. Antes le había pedido a Camille que me indicara cuál era la puerta que llevaba a esa oficina para no confundirla y luego de eso fingí irme a dormir.

Corro descalza y en puntas hasta llegar frente a esa puerta que para mí esconde todo un mundo lleno de secretos. La cerradura debía ser abierta por una especie de tecnología moderna y la huella dactilar de André, pensé que ya mi intento de curiosear estaba perdido, cuando sin darme cuenta pego mi ojo a la ceradura para tratar alcanzar a ver dentro y la puerta se abre. Parecía haber escaneado mi iris, lo que se me hacía más raro.

Por dentro todo se veía muy diferente al estilo de la casa. El color abundante era el negro, todo era de ese color, incluyendo el marco de las ventanas y demás adornos.

Voy detrás del escritorio para ver si encuentro algo que me dé alguna explicación, intento abrir cada uno de los cajones de un estante sin éxito de que ninguno ceda, hasta intentar abrir el último de abajo y es el único que abre. Adentro había todo tipo de cosas, desde papeles, carpetas cerradas y contratos, pero no parecían ser cualquier tipo de contrato, sino de los del tipo confidencial; así como muchos de los papeles sueltos.

Escucho pasos cerca y el pánico me recorre al tener el pensamiento de que puedo ser descubierta.

Sigo registrando con rapidez hasta ver un pañuelo rojo que envuelve algo. Lo agarro para ver de qué se trata, descubriendo un arma, mi corazón late a toda velocidad al sostener dicho objeto y más con esos pasos acercándose. Devuelvo la pistola a su sitio y en un intento de dejarla donde estaba, agarro una pequeña caja negra y dejo todo como lo encontré. Me acerco a la puerta con cautela y esperando el momento para salir de ahí.

Regreso a la habitación y paso el pestillo a la puerta. Me sentía como si acabase de descubrir un secreto del gobierno.

Me siento en la cama para descubrir qué había en esa pequeña caja, llevaba un cierre raro, como si estuviese diseñado para que no cualquiera tuviera acceso a lo que hay dentro. Aprieto el cierre, llevándome un pinchazo en el dedo. Voy al baño para limpiarme la sangre y me coloco un parche, no sé cómo, pero se me ocurre la idea de romper un pequeño espejo de una paleta de maquillaje para ser un poco creíble si alguien nota mi dedo.

Después de todo pude abrir la caja y dentro había un anillo, pero no parecía cualquier anillo, este parecía ser más significativo y más por la piedra de rubí que se alzaba de él. Por curiosidad decido ponerlo en mi dedo anular en la mano derecha y entra a la perfección, como si de verdad fuese a llevarlo yo. Por un momento me emociono y recuerdo que no debía estar haciendo esto. Lo devuelvo a su sitio y decido guardar la pequeña caja entre mi ropa interior.

No era un mal lugar, nadie se atrevería a buscar algo ahí.

Ya se había hecho de noche y él no volvía. No tenía hambre, por lo que no bajé por algo de comida. Sólo me fui a dormir, ya trataría de pedir explicaciones al día siguiente.

❀•°❀°•❀

Escucho pasos y sonidos raros. Me levanto asustada y voy a ver de qué se trata, en la entrada de la habitación un rastro de sangre lleva al baño, lo sigo con miedo de qué encontraré.

Entro en el cuarto de baño siguiendo el rastro, la sangre era de él. Estaba sentado en el suelo luchando para sacarse la camisa, era su hombro lo que tenía dañado. La herida debía ser profunda, toda la sangre que manchaba su ropa me decía que no fue un simple rasguño.

—¡¿Dónde estabas y... qué hiciste para acabar así?! — me acerco para ayudarlo.

—Un accidente... —ni siquiera podía hablar al estar soportando tanto dolor. Como puedo apoyo su peso en mí para meterlo a tina.

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora