CAPÍTULO 10

664 92 26
                                    

A continuación hay diálogos/escenas/palabras que para algunos resultan incómodas, así que si eres de esos, estás en todo tu derecho de saltarte pedazos del capítulo. (Soldado avisado no muere en combate) [+18]

Inaya Bardeen

—¿Qué haremos durante toda una hora? No creo que ellos nos quieran de vuelta tan rápido.

—Sus pensamientos me los paso por las bolas. Todos son unos deficientes.

Entono los ojos al escucharlo hablar de ese modo tan soez de los que se suponen son sus amigos.

—Que obsceno eres.

—Si no me quieres escuchar puedes taparte los oídos, niña.

Me quito la chaqueta lanzándola sobre la cama y recuesto la espalda en la pared para sacarme las botas y tirarlas a un lado. Vuelvo a la misma posición de estar recostada, sientiendo sus ojos en mí y haciendo que ese gesto me ponga las mejillas acaloradas. Por instinto tiro del vestido hacia abajo y cruzo las manos sobre mi abdomen creyendo que así taparé algo.

—Linda perforación —dice de repente y mi mente me traiciona con ese mal momento de hace días donde me ve sin nada de ropa —. ¿Desde cuándo tienes esos tatuajes? Parecen recientes.

—Eso no es asunto tuyo.

—Llevas razón, pero al menos déjame sentir curiosidad de lo que no me dejarás ver otra vez.

Me giro para encararlo, encontrándolo cerca y encima sin su playera. Dándome una vista lo suficientemente panorámica de toda la tinta que lleva en sus brazos, torso y abdomen.

—¿Te gusta lo que ves? —muestra una sonrisa ladina, hace el intento de tocar mi rostro —. Porque a mí me encanta lo que veo en ti —me veo como pájaro enjaulado al retroceder un paso sin poder ir más allá de donde estoy parada y acaba rozando mis labios.

—¿Ese es tu método para impresionar o para llevar chicas a la cama? Porque conmigo no te está funcionando.

—No he dicho que me quiera acostar contigo.

—Por primera vez estamos de acuerdo en algo —intento salir de esa esquina para así ir a la cama a recostarme, pero él es más ágil al encerrar su mano alrededor de mi cuello —. ¿Te volviste loco? Suéltame.

Comienzo a forcejear en vano, quedando completamente atrapada entre su cuerpo y la pared. Su mano en ningún momento me suelta mientras acerca su rostro al mío hasta tener nuestras respiraciones al ritmo.

—¿Por qué te mantienes tan relajada? Bebiste algo que ahora mismo tendría a cualquiera sin recordar su nombre —la risa baja que emite cerca de mi oído me deja desestabilizada por un mínimo lapsus de tiempo —. ¿Me dejarás ver esos tatuajes que tienes escondidos?

—¡No verás nada, pervertido! —lo vuelvo a apartar e intento escapar otra vez, sólo dando pocos pasos hasta que me tiene entre sus brazos por segunda ocasión —. ¿Qué tipo de droga te has metido? ¿Recuerdas que soy la misma a la que ignoras todos los días, insultas y odias sin motivo alguno? Me parece que no.

Vuelve a reírse sobre mi oído con ese tono ronco y profundo que me hierve la sangre.

—Ya sé que no somos amigos, pero dejemos nuestras diferencias a un lado sólo por esta noche. Luego podemos seguir odiándonos.

No quiero pensar, no quiero pensar.

Él lleva razón, pero...

¿Por qué siempre debe haber un maldito "pero"? Es sólo una noche, no el fin del mundo.

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora