CAPÍTULO 19

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Inaya Bardeen

Estaba dispuesta a irme de su lado y correr lo más lejos posible para evitar que me encontrara. Ya había transcurrido un mes desde que me volví su esposa y no había parado de recibir maltrato de su parte.

Salir de la casa de mis padres no fue de alivio alguno, cuando aquí vivía lo mismo.

Esta mañana al verme sola en la habitación decidí pasar el seguro a la puerta y comencé a pensar en cómo huir. Hasta que no vi más alternativa que saltar del balcón o jamás me iría de este infierno. Por lo que me pongo la ropa más ligera que encuentro. Comienzo pasando una pierna por sobre la baranda y miro a los lados para evitar que alguno de sus hombres de seguridad me vea, así que sin nadie alrededor paso la otra pierna y miro abajo, no era tan alto, hasta que sin pensarlo suelto las barras de hierro, dejándome caer en el césped.

No sé si me he roto una costilla o me he torcido el tobillo, pero me siento como si me hubiese pasado un tren por encima. No le doy importancia al dolor y me concentro en salir corriendo hasta cruzar la reja delantera sin ser vista.

Corro lo más rápido que mi dolor corporal me lo permite, eso no me importaba ahora mismo. Más importante era poder alejarme de todo y todos.

❀•°❀°•❀

Todo se siente tan suave que me siento flotando en medio de las nubes. Extiendo los brazos sintiendo la calidez de la superficie en la que me encuentro hasta que recuerdo que iba tarde y me levanto con tanta fuerza que pierdo el equilibrio por medio de un mareo.

—Buenos días...

—¡Ningún buenos días, voy tarde a trabajar! —dejo a Élias en medio de la habitación y me tiro al suelo buscando mis zapatos. Con torpeza logro ponérmelos y seguido voy por mis lentes —. ¿Por qué no me levantaste antes?

—Te veías muy relajada, además debes descansar. ¡Podrías poner en riesgo la vida de mi hija! —eleva un poco la voz, lo que hace que me sienta regañada y enfurecida al mismo tiempo.

—¡El único que se verá en riesgo aquí eres tú si me sigues dando órdenes! —lo miro amenazante —. Y como me vuelvas a gritar, me vas a conocer, Élias. Te veo después.

Con prisa intento irme y me corta el paso antes de llegar al corredor.

—Por lo menos desayuna algo —me lleva a la mesa, donde hay varios platos con comida saludable —. No te irás sin comer nada.

—No tengo hambre —me cruzo de brazos a modo de protesta. No me iba a pasar nueve meses a base de hierbas y alimentos insípidos, yo quería comida. Comida de verdad.

—Inaya, tienes que comer.

—No me voy a comer eso —miro la comida con asco. Él se revuelve el cabello con fuerza, soltando insultos en voz baja.

Vuelvo a mirar la comida, esta vez viendo entre tanto verde, un envase de plástico con varios macarons. Me apresuro a tomar dos para metermelos a la boca, Élias me ve con una clara mueca de reproche, sólo le sonrío con las mejillas llenas y él mueve su cabeza a modo de negación. Bebo unos sorbos de batido de frutas y ahora sí estaba lista para irme.

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora