CAPÍTULO 22 (2)

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Inaya Bardeen

Con sólo poner un pie fuera del coche corro hasta la sala de espera del hospital.

—¿Tienes alguna novedad? —le hablo a Éline tratando de recuperar el aliento.

—No he podido verlo si quiera.

De un tirón me siento en la silla junto a ella. No miraría a mi costado ya que sabía que él estaba ahí y no quería ni verle la cara. Éline se va al baño y yo me voy a preguntar cuándo podría ver a mi hermano sin obtener una confirmación. Céline regresa, al pasar junto a Élias escucho lo que dice por medio de un susurro.

—Debiste cuidarlo mejor.

Ella parece no escucharlo al estar pendiente a si algún médico salía, pero yo sí lo había oído y no se lo dejaría pasar.

—¡¿Por qué culpas a los demás de todo?! —no me pude aguantar las ganas de gritarle a la cara —. Deja de hacer sentir mal a los demás cuando sientes que no estás bien contigo.

—Naya, no sé lo que haya dicho, pero no vale la pena. Recuerda que estás embarazada y no es bueno que te molestes así.

—Tú no lo entiendes, Éline. Pero tú hijo no merece ni que lo perdones.

Él estaba con las manos en los bolsillos y con la espalda pegada a la pared, sus ojos clavados en mí y su cara seria como siempre.

—Eres tan ingenua que no lo ves. Siempre agradando a todos con tus palabras o esa actitud de víctima —con cada una de sus palabras mi desprecio a él aumentaba —. Tampoco creas que acostarme contigo significó algo para mí, únicamente lo hice porque no eras como las demás.

Eso se sintió como una bofetada directo a la dignidad. Pero no mostraría lo tanto que me molestaba oírlo.

—No me mirabas con con dobles intenciones ni te doblegabas ante mi actitud y eso me hizo estar cerca de ti hasta obtener lo que quería.

—Podré ser para ti todo lo que quieras, incluso infantil —replico con tono hostil —. Pero no soy una cobarde que huye de sus problemas, que sólo sabe esconderse tras el egoísmo para echarle la culpa a los que le rodean. ¡Tú no sabes lo que es perderse a a sí mismo o tal vez lo sabes tan bien que por la misma razón tratas mal a las personas!

De un segundo a otro comienzo a ver borroso, una capa se sudor frío cubre mi cuerpo al igual que los escalofríos que me hacen apoyar los brazos en las rodillas. No sabía qué estaba ocurriendo a mi alrededor, no podía concentrarme más allá del pitido que resonaba en mis oídos y la debilidad que mi cuerpo presenciaba.

—¡¿Tú eres imbécil?! —oigo la voz de las chicas y Éline al fondo —. ¡Ella está a nada de perder a un hijo que también es tuyo y no haces nada para ayudarla!

Sentía que dejaba de respirar o simplemente era la presión de mi pecho, mi vista no tenía enfoque, ese sonido martirizante seguía taladrando mis oídos. La parte baja de mi vientre comenzaba a doler y temía por perder a mi bebé así de esta forma, seguido de ese instante no supe nada.

Élias Rae

Mi vida era un desastre. Yo era un desastre.

No sabía por qué era así ni mucho menos por qué me comportaba de esta manera tan inmadura con la única persona con la que compartía algo especial. Es cierto que ella era diferente a las demás, hasta me atrevía a decir que se distinguía de Alizee en muchos aspectos. Pero detrás de sus palabras ella tenía razón, no estaba actuando como un hombre responsable de verdad haría, en cambio estaba siendo un irracional con una mentalidad muy similar a la de un puberto que no sabía qué hacer con su patética vida.

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora