CAPÍTULO 20

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Inaya Bardeen

Salir con las chicas fue como tener una terapia que no sabía que necesitaba hasta este día. Me había relajado, había disfrutado de una calmante sesión de spa e hice uso de algunos ahorros que había estado recopilando este tiempo para comprar algo de ropa.

Después de todo, sentía que lo merecía.

Habíamos pasado toda la mañana y parte del mediodía juntas. Ahora estaba volviendo a casa con una gran sonrisa que no podría borrar ni con la peor de las situaciones, al abrir la puerta veo a Élias sentado junto a su madre, por lo que parecía habían estado hablando.

—¿He llegado en mal momento?

Paso junto a ellos para dejar las bolsas sobre la mesa.

—No interrumpes nada —se adelanta Éline a hablar —. Élias y yo tuvimos una corta conversación.

—¿Entonces ya no hay distancia entre ustedes? —miro al rubio, que asiente —. Me pone feliz que estén intentando llevarse bien.

Luc aparece a nuestro lado arrastrando su silla de ruedas. Trae consigo la cámara que le regalé hace tiempo y una mochila.

—¿A dónde irás? Nuestro día de ir a tu curso de dibujo es mañana.

—Con Éline iremos a comer hamburguesas y más tarde a ver el atardecer.

—De hecho, ya se nos está haciendo tarde —habló Céline. Se va por el pasillo que da a las habitaciones y regresa con su bolsa —. Regresamos en la tarde.

—¡Hasta luego, Élias! ¡Adiós, Naya! —grita mi hermano desde la puerta.

—¡Pórtate bien!

Suspiro dejando caer mis hombros. Seguido, agarro las bolsas de las compras.

—Acompáñame a la habitación, hay algo que quiero que veas.

—¿Y eso es algo bueno o algo malo? —ladea la cabeza sin dejar de mirarme.

—Sólo sé que te va gustar —con largos pasos me voy alejando —. ¿Vienes o no?

Dejo las cosas sobre la cama. Él entra detrás, de una de las bolsas saco un empaque que contiene artículos de bebés. Le muestro los pequeños gorros con orejas de oso que había comprado.

—Pasaba por una tienda de ropa para bebés y no pude resistirme —vuelvo a sonreír como minutos atrás, sintiendo que mis mejillas duelen.

—Son muy... tiernos —me sonríe de vuelta —. Tiernos como tú —aprieta uno de mis cachetes y seguido deja un beso suave.

Sentí que el calor se instaló en mi cara.

Continúo sacando más empaques y más accesorios. Cuando me doy la vuelta lo encuentro muy cerca de mí, bastando con unos centímetros de por medio entre ambos. Sus manos aprisionan mi cuerpo tomándome de la cintura, dejando así un mínimo espacio entre nuestros rostros. Al estar tan cerca, mi mente se empeña en traicionarme haciéndome recordar la vez en que también estuvimos en la misma situación que nos llevó a algo más que sólo un beso.

—¿Qué se siente besar a una chica con lentes? —dicho esto vuelve a colocarme los lentes en su lugar, al haberlos tenido sobre la cabeza.

—¿Es una indirecta para besarme?

Sentía que el corazón me saldría por la boca en cualquier momento. Su cercanía de algún modo me afectaba y no sabía si eso era algo que podría tomar como bueno.

—Sólo intentaba ocultar mis ganas de hacerlo. En la fiesta no los llevabas y siendo sincero, tenía ganas de besarte mientras los llevabas puestos.

No me aguanto las risas.

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora