❀CAPÍTULO 1❀

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Élias Rae

Ella era como una maldita plaga que no hacía más que contaminar mi vida. La veía en todos lados, en cada esquina, en cada rostro. Pero por más que me costó aceptarlo, me resigné a vivir así, como si estuviese viendo su fantasma en cada cosa o lugar.

Seco el sudor de mi frente y vuelvo al juego. El entrenador grita órdenes al aire que no me interesa seguir. Una hora más tarde acaba el entrenamiento, me voy a las duchas para quitar el olor a sudor de mi cuerpo y usar ropa más abrigada. Estando listo camino al aparcamiento, sin despedirme de los demás me voy a mi coche para ir por Alizee a la galería de su padre.

Alizee. Después de todo, me volví a acostumbrar a ella, a su compañía. Igual, con el paso del tiempo me ayudó a cambiar y mejorar muchas cosas en mí, no sólo en el ámbito emocional, también en el personal; obligándome a estar bien conmigo mismo. Ella se había convertido en mi más importante pedestal, la mujer que logró cambiarme por completo.

Algo que ella intentó, pero mi egoísmo no me dejó ceder.

En estos dos años ella había dejado marcada en mí una huella imborrable.

La carretera estaba mojada debido a la lluvia que no había dejado de caer desde la mañana. La pantalla del GPS me indica que el lugar al que me dirijo está a una cuadra de llegada, razón por la que acelero un poco el paso.

Seguido de haber estacionado y bloquear el coche, agarro mi celular para llamar a Alizee y avisar de que la esperaré al pie de la escalera, en la entrada. La lluvia se había intensificado, así como la brisa fría que golpeaba mi piel y me hacía sentir frío a pesar de estar abrigado. Algunos trabajadores salen de la galería, por lo que me hago a un lado para no bloquear la entrada, chocando con alguien en el proceso. Una mujer, por el sonido de su quejido. Volteo para pedir disculpas.

Mis labios se separan por sí solos, un escalofrío me recorre la espalda, así como me falla la respiración.

Era ella.

Vestía completamente de negro, incluidos unos lentes de sol que bloqueaban sus ojos. Estaba acompañada de cuatro hombres, uno de ellos sosteniendo un paraguas para ella. En un segundo uno de ellos saca un arma de su pantalón, apuntando en mi dirección.

-Baja el arma, Jason -podía jurar que su voz no era la misma. Tenía la sensación de haber perdido ese tono suave por la que se distinguía.

El hombre sigue su orden, dando un paso atrás.

—Estás diferente —digo casi en un susurro.

—Les pediré un momento, será rápido —los hombres que la escoltan se alejan a una distancia prudente —. El tiempo pasa, las personas cambian.

No puedo ver del todo su rostro, tampoco da una señal de que verme le haya afectado. Sólo se mantiene seria, casi inexpresiva.

Mi mirada baja descaradamente a su abdomen, ya no estaba abultado.

—¿Sí resultó ser niña?

Su expresión se contrae, así como sus músculos se tensan al punto de notar su nerviosismo por encima de la ropa.

—Tiene tus ojos.

Eso había sonado como una respuesta forzada.

—Debo seguir mi camino. Me están esperando.

Sube los escalones restantes. La detengo del brazo antes que atraviese la puerta, una mala idea de mi parte ya que tira de su brazo para quitar mi toque.

—Lo siento —paso saliva con dificultad ante la fijación de su mirada. No podía ver del todo sus ojos, pero sentía que me juzgaba con ellos —. ¿Crees que haya una oportunidad de juntarnos algún día de estos y así pueda conocerla?

Se toma unos segundos en responder.

—Lo voy a pensar.

Sigue su camino sin decir nada más.

Ella no era la misma, su aspecto tampoco lo era. Parecía una mujer más dura, fría y distante. Ya no veía rastro de aquella Inaya vulnerable que se escondía en su propio espacio para no sufrir frente a los demás, la chica tímida que se sonrojaba al mantener el contacto visual. Se veía como una total desconocida. Lo peor es que la he vuelto a ver cuando más decidido estaba yo a quitar las piedras del camino.

He vuelto a ver a esa piedra, me ha golpeado como el sol en la cara, así como esa piedra que aunque hagas hasta lo imposible por no cruzartela, acabas chocando con ella; una y otra vez.

Esos hombres de antes siguen el paso detrás de ella, algo que también se me hacía raro de ver. Recibo un mensaje de texto de Alizee para que suba al piso donde se encuentra ya que demorará en acabar su trabajo. Me dirijo al ascensor para llegar al piso ocho y guiar mis pies por el extenso pasillo con paredes llenas de cuadros. Llamo a la puerta, que enseguida es abierta por una Alizee toda emocionada.

—¡Tengo una gran noticia! —me arrastra del brazo dentro de la oficina —. Sé que teníamos una cena pendiente, pero mi padre me ha llamado para que organice una exposición en el Petit Palais.

—No te preocupes, lo entiendo. La dejamos para otro día.

Sus brazos se cruzan alrededor de mi cuello, haciendo que su rostro quede cercano al mío.

—¿Con quién hablabas allá abajo?

No demoro en contestar y así evitar las preguntas que podrían surgir.

—Una chica que preguntaba por unos cuadros, no sé mucho del tema así que le indiqué el camino a la persona que la podía ayudar —asiente sin dejar de sonreír —. Cuéntame un poco de esa exposición, ya pasó un tiempo desde la última.

—La verdad es que no tenía conocimiento de esto, fue una noticia repentina de mi padre. Él está muy emocionado, por lo que quiero que todo salga perfecto para la noche de mañana.

—¿Mañana?

—Olvidé decirte —camina de vuelta a su escritorio, regresa con una invitación —. Había estado adelantando algunas invitaciones, tú vendrás conmigo.

—Tengo partido al día siguiente —en sus labios se forma un mohín —. Por favor, no pongas esa cara. Sabes que llevo un horario exigente.

—Sólo te pido dos horas, luego podrás regresar a casa a descansar —suplica —. Quiero que estés a mi lado. También es importante para mí.

No me queda más remedio que aceptar.

—Estoy muy emocionada por ver a esa chica talentosa de la otra vez.

Da saltos en el lugar. Sus ojos se iluminan al mirar la pintura frente a nosotros.

—¿La recuerdas? -añade. Niego sin saber de quién me habla.

—Creo que no sé a quien te refieres.

—Es la chica rubia, mi padre quedó enamorado de sus pinturas. Más de sus cuadros serán expuestos mañana.

Creo que fue corto, pero necesito que se preparen psicológicamente para los siguientes caps

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Creo que fue corto, pero necesito que se preparen psicológicamente para los siguientes caps.

El encuentro entre esos dos fue tenso y más cuando a él se le ocurre preguntar por una niña que aún no aparece AAAH.

El museo que se menciona queda en París, así que eso dice muchas cosas y Élias es jugador de baloncesto.

✨️Nos leemos✨️

Besukis (๛˘³˘)♥️

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora