❀CAPÍTULO 2❀

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André Chevalier

Quiero a mamá.

—Te prometo que muy pronto iremos con ella.

Talla sus ojos a la vez que suelta un bostezo largo. La acomodo bajo las sábanas, quito algunos mechones de pelo caídos en su frente y me quedo viéndola con nostalgia.

Ella necesitaba de estar a su lado, sentir su calor, sus brazos, sus besos. Dos años habían pasado desde la última ves que vi la imagen de sus ojos bañados en lágrimas y teñidos por el sufrimiento. Sentía culpa, remordimiento y un sinfín de emociones negativas. Pero todo tiene una explicación y es la que espero y pueda darle esta noche.

Beso su frente y me alejo unos pasos. El sonido tenue y suave de su voz me hace detenerme.

—Te quiero, papá.

Mis labios se extienden en una sonrisa que no puedo evitar.

—También te quiero, ma petite princesse.

Inaya Bardeen

¿Por qué debía encontrarlo justo en el peor de los momentos?

No quería pensar en ese encuentro, quería arrancarlo de mi cabeza y hacer como si no hubiese pasado nunca. No sólo por su presencia, me había hecho preguntas a las que no tenía una respuesta certera.

En dos años y medio no sabía nada de la existencia o el paradero de mi hija, sólo vivía con la certeza de que seguía con vida. Cada mes recibía flores y junto a ellas esa nota donde siempre se encontraba escrita una frase con la cual me daban la esperanza de que ella estaba cerca, pero nada más. Muchas personas habían pasado por un exhausto interrogatorio que no nos daba seguridad de nada. Nadie sabía quién era la persona encargada de enviar esas flores y eso me exasperaba. No sabía si ella estaba bien, si estaba bien alimentada, no tenía conocimiento de nada; sólo el saber que me había perdido muchos momentos a su lado.

Había vuelto a pintar, a hacer la única actividad que me mantenía un poco distraída del tema y lo único que me había sacado de ese estado de ansiedad y depresión por el que estuve pasando poco más de un año.

Había vuelto a Francia tras acabar mi hermano con su período de tratamiento. Ahora era un niño completamente normal, que no tenía obstáculo alguno para hacer lo que siempre quiso y así fue como ingresó a una academia de arte haciendo realidad su mayor deseo.

Vicent había sido de mucha ayuda estos años, me ofreció su casa para vivir, no dejó que me consumiera por esas emociones negativas y fue el que me insitó para volver a pintar. Así fue como acabé plasmando varios cuadros que hoy serían presentados al público. Obras en las que me empeñé en salir de mi zona de confort y así hacer algo nuevo, obteniendo como resultado la mirada verdosa de Anaya y una simulación del rostro de André; la sola mención de su nombre me hacía querer llorar, tampoco tenía conocimiento de su paradero o si nuestra última vez juntos había sido en aquella casa vuelta cenizas.

—¿Preparada para la gran noche? —le sonrío a mi hermano a través del espejo.

Se veía muy bien vistiendo de traje y más cuando el color hacía contraste con sus ojos. Sin quitar el hecho de que su atractivo era algo que no pasaba desapercibido.

—Lo estoy —sus ojos me escanean mediante el reflejo del cristal. No sabía cómo lo hacía, pero lograba descubrirme siempre que mentía —. ¿Tengo algo en la cara que me miras así?

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora