CAPÍTULO 04

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Inaya Bardeen

Con los chicos estábamos pasando una noche lo suficiente entretenida como para que tanto el ánimo de Luc y el mío no decayeran como las noches anteriores.

Incluso Élias se estaba comportando amable e interactuaba conmigo de vez en cuando, como si hubiese olvidado por un rato que mi sola presencia lo hacía molestar.

También había conocido un poco más de cada uno. Nina era como la madre de todos, Asher se comportaba más como el maduro de los cuatro pero no quitaba el hecho de que siempre que sonreía te hacia sentir bien. Ryder es como ese amigo despreocupado pero que el fondo siempre estará cuando lo necesites y Élias; el más serio, seco y distante. Eso ya lo había descubierto por mí misma.

Todos se habían ido a dormir después de acabar con la última película de un maratón que había propuesto Luc y yo me dedicaba a organizar todo lo que habíamos utilizado. Estaba fregando una de las tazas de cristal cuando detrás mío siento un ruido y sin percatarme golpeo el objeto con el mármol de la encimera haciendo que se quiebre y varios trozos caigan en mis pies y otros corten mis manos. Me ahogo un grito al sentir el dolor.

—¿Te hiciste daño?

Vuelvo a saltar del susto al escuchar la voz de Élias detrás. Escucho sus pasos acercarse y no me molesto en contestarle, más bien me concentro en intentar quitar los trozos de los vidrios incrustados en mis pies y limpiar el desastre para evitar otro accidente.

—Me levanté por agua y no me di cuenta de que estabas ahí —sigue hablando y otra vez no me molesto en corresponderle las palabras.

Sin poder evitarlo suelto un grito alto al sacar el pedazo de vidrio más profundo que se había incrustado en mi piel.

—Déjame ayudarte.

¿Él ayudar?

No tenía idea de que en su vocabulario existiese tal palabra o su significado.

—No hace falta, ya lo he hecho yo sola —me siento en la encimera para dejar que el agua del grifo quite la sangre de mis pies y es cuando él se acerca a tomar mi pierna más dañada para sacarla de debajo del chorro —. Ya déjalo, no es nada.

—Te hiciste daño, niña. Tienes un corte que parece profundo.

Resoplo ante la incomodidad que me estaba causando y por un momento sus ojos verdes se quedan fijos en los míos del mismo color. No sabía descifrar lo que intentaba mostrar su cara pero de seguro que empatía no era. Con delicadeza toma mi otra pierna mirando allí donde tenía los cortes y pasa sus dedos sobre estos, me muerdo los labios para no gemir de dolor ante el ardor que su acción me causaba.

—¿Qué me dice el especialista? —hablo con notorio sarcasmo —. ¿Necesitaré puntos?

—Con un poco de reposo, cremas y bolsas de hielo estarás bien —deja mis piernas otra vez en la encimera y cuando estiro una de mis manos para cerrar el grifo, se percata de que allí también hay cortadas —. Eres una torpe, niña.

—Ya sabía que tu batería social duraría poco. No necesito que me ayudes, yo sola puedo curarme.

Su cara seria no desaparece en ningún segundo y tampoco era como si estuviera esperando que algo así ocurra. Tomo una de las toallas sanitarias para secar las heridas, al acabar empiezo a pensar en cómo bajar sin lastimarme y para cuando vuelvo a parpadear, el troglodita de Élias me lleva en brazos hasta mi habitación.

—Bájame, ¿quieres? —él sigue sin mostrar más que seriedad —. Puedo caminar sola.

No me contesta y tampoco me baja hasta llegar a mi cama y dejarme sobre esta para seguido darse la vuelta y salir cerrando la puerta tras de sí.

Ni siquiera me molesto en preguntarme por qué lo hizo, igual era el tipo de acción que no volvería a presenciar de parte suya. Dejo mis lentes en la pequeña mesa al lado de la cama y me acuesto bajo las sábanas sin darle más vueltas a lo que acababa de ocurrir.

❀•°❀°•❀

—¡¿Pero cómo te lastimaste y no nos dijiste?! —me cuestiona Nina por vez incontable desde que se despertó y me encontró cojeando en medio del corredor.

Su primer pensamiento había sido avisar a los demás y ahora estaba siendo regañada.

—No te preocupes, ya dije que no fue nada.

—¿Cómo que nada, Inaya? Tienes las piernas lastimadas, sería mejor ir al hospital antes de que esos cortes pasen a ser algo más grave.

—Ya déjalo, Ryder, no pasará nada.

—Vayan ustedes a la fiesta, yo me quedo con ella —vuelve a hablar Nina mostrándose segura de lo que decía.

—¿Cómo crees? No te perderás esa fiesta por cuidar de mí, Nina. Te prometo que estaré bien.

—Yo también me quedaré para...

—¡Ya dejen de tratarla como una niña, ya les dijo que está bien!

El casi grito de Élias hace que todos miren en dirección a él, que se había mantenido sereno y distante desde hacía varios minutos.

—Pensándolo mejor, deberías quedarte tú y así ayudarla, Élias —comenta la de cabello corto mostrando doble intención en cada sílaba.

—Mi trabajo no es ser niñero de nadie, Nina —le responde con su habitual tono grotesco a lo que ella le voltea los ojos.

—Chicos, él lleva razón —les hago saber para ver si así dejaban esa idea olvidada —. Olvídense de mí y vayan a divertirse. Cualquier problema los llamaré.

—¿Segura? —interroga Asher sin perder detalle en mi mirada.

—Completamente.

—No dejes de llamarnos y vendremos lo más rápido posible —recalca Nina a lo que afirmo y como los demás, "exceptuando al rubio" se despide con un beso y un abrazo.

Desde donde estaba sentada no podía verlos al salir, sólo escuchar el sonido de la puerta al cerrarse. Así que tomo el control para encender la televisión y así ver alguno de esos malos programas de la mañana mientras pasaba la hora de tener hielo en las piernas, cuando escucho pasos y me volteo encontrando a Élias recostado a la pared mirándome.

—¿Qué haces aquí todavía?

—¿No es obvio? Me quedaré para cumplir con mi papel de canguro.

Me aguanto la risa ante su mal comentario.

—Ya fui clara en mencionar que no quiero ayuda y menos si viene de ti.

—Gracias por recordármelo, lo anotaré en la lista de cosas que no me importan, niña.

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Élias con sus cambios de humor drásticos confunde mucho. (comienzo a pensar que ya no siente tanto odio por la francesa)

Es doble actualización, así que desliza para seguir leyendo.

Besukis 💛

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora