CAPÍTULO 11

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Inaya Bardeen

Élias no mintió cuando en la noche del vienes, dijo que: fuera de esa habitación nos seguiríamos odiando.

Después de dejar la casa de Ryder, su actitud conmigo volvió a ser la de siempre. Incluso en el estudio cuando entraba ignorando todo y a todos, yo seguía siendo algo invisible ante sus ojos. Con los chicos se nos hizo costumbre el reunirnos para beber algo y pasar el rato fuera del estudio dos veces por semana, él también se nos unía pero aún así era como si no existiese.

Iba caminando para pasar por mi hermano e ir a algún sitio de este mísero pueblo antes de irnos a casa. Se suponía que Asher vendría con nosotros, pero sus padres lo habían llamado antes de poder irnos. En la entrada del colegio el profesor de Luc nos despide y seguimos el camino hasta pasar por una cancha de baloncesto con aspecto abandonado, pero que al parecer todavía la usaban porque al final de esta había alguien encestando un balón.

—¿Podemos ir allí, Naya?

—No estaremos mucho tiempo.

—¡Dos horas!

—¡Una!

—¡Una hora y media!

—¡He dicho una hora y ni un minuto más! —hace un gesto de afirmación sin cambiar su cara de molestia. Sonrío y me agacho para besar su mejilla —. No estés enojado conmigo, ya te compensaré en casa con creps de miel y fresas.

Vuelvo a llevar su silla de ruedas pasar la entrada y atravesamos media cancha hasta unos asientos cerca al área de juego. Tomo de la mochila de Luc su botella de agua y le doy para que beba al ver su rostro rojo del sol.

—No me has contado cómo te fue en esa fiesta —me paralizo por un instante, mis manos se aprietan en puños alrededor de mi bolsa y fuerzo una sonrisa —. ¿Estaba Élias allí?

—Fue... Interesante. Conocí algunas personas y sí, Élias también estaba.

—Es un buen hombre para ti, Naya. ¿No lo crees?

Siento que la sangre sube a mi cara hasta el punto de sentirla ardiendo. Acomodo mis gafas en el puente de mi nariz intentando ocultar el nerviosismo que me propina esa pregunta.

—Ah... no lo sé, Luc. No creo que Élias sea el tipo de chico que quiero en mi vida —ignoro su mirada y veo a quien había estado todo este tiempo jugando con el balón, se acerca a nosotros y al fijarme bien, diviso al mismísimo Élias.

Mi hermano también ve en esa dirección y él mismo arrastra su silla hasta llegar con el troglodita, que lo trae de vuelta y se sienta a mi derecha. Yo me siento de lado ignorando su presencia, tomo un libro que llevo leyendo desde hacía semana y el mismo que fue un regalo de Ryder, me concentro en la lectura y olvido su presencia.

—¿Cómo estás? —no sé si me ha preguntado a mí, pero no me intereso en voltear.

—¿Me prestas tu balón? —Luc hace el intento de sonar discreto e igual lo escucho —. Así me alejo y pasarán tiempo solos.

Escucho al tatuado reírse y seguido el sonido de la pelota rebotar mientras se aleja.

—Te he hecho una pregunta, Anaya.

Me sorprende la facilidad con que olvida mi nombre cuando le conviene.

—¿Me hablabas a mí? —cierro el libro dejándolo sobre mis piernas y me siento derecha para verlo —. Pensé que no me notabas. Como así ha sido desde que nos conocemos.

—El amor, las mujeres y la vida —hace un gesto señalando el ejemplar —. Bonito libro.

Miro la portada del objeto y lo veo a él de vuela.

—¿Lo conoces? Digo, el contenido del libro.

"Aprender que hay personas que te ofrecen las estrellas y otras que te llevan a ellas. Esa es la diferencia entre querer y amar".

—Ese poema no está en el libro —me encuentro sonriendo sin darme cuenta y para mi extrañeza, él también sonríe —. No sabía que te gustaba este tipo de libros, no tienes apariencia de saber sobre este tipo de cosas.

—Tú no me conoces y yo tampoco a ti. Pero supongo que es mejor dejar las cosas así como hasta ahora.

—Sí. Supongo que también es lo mejor —bajo la mirada a mis manos —, para ambos —concluyo en un murmullo para mí.

Voy a ser honesta conmigo misma, su comentario me hizo sentir mal y en parte rechazada. ¿Pero qué esperaba? Él no era del tipo de cambiaba por alguien y yo tampoco esperaba que algo así viniera de él, mucho menos por voluntad propia.

En medio de una exhalación abro el libro en la página donde lo había dejado y me vuelvo a concentrar en las letras. Cuando lo vuelvo a mirar y lo veo sacándose la camiseta para pasarla por su torso y así limpiar el sudor. Con discreción miro a su espalda y noto los arañazos que dejé en su piel aquella noche. Mi respiración se atasca por un segundo y rápido llevo los ojos a la página que leía, siento una capa de sudor frío que me recorre la frente y la espalda, haciendo que un mareo repentino me haga cerrar los ojos.

—¿Te encuentras bien? —sus manos me sostienen al dejarme caer hacia adelante —. Estás pálida y sudando. ¿Te siguen dando esos dolores de cabeza?

—No tengo idea de qué sea. No me siento bien —a penas y logro que mi respiración vaya a un ritmo pausado.

Comienzo a sentir náuseas, los mareos se intensifican así como la gelidez de mi cuerpo. Me pasa la botella de agua de Luc y él mismo la pega a mi boca para beber. Sentía que me volvía la fuerza de a poco, pero no cambiaba el hecho de que percibía que no me encontraba del todo bien.

—¿Quieres ir al hospital? No está muy lejos.

—¡No! Por favor, al hospital no. Esto seguro no es nada más que una fatiga —me sostiene por completo en sus brazos e intento tomar respiraciones para recuperar el aliento.

Él no debía saberlo.

Como yo tampoco le contaría bajo ningún pretexto, esto había sido culpa de ambos, pero la decisión final ya estaba tomada.

Como yo tampoco le contaría bajo ningún pretexto, esto había sido culpa de ambos, pero la decisión final ya estaba tomada

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Si te diste cuenta de lo que pasa en el capítulo 10, sabes a qué se deben esos mareos y náuseas. 🙂

Se vienen tiempos de sufrimiento, lágrimas y odio.

Besukis 💛

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora