CAPÍTULO 21

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Inaya Bardeen

¿Cómo pudiste escaparte?

¡Ya dejen de querer controlarme la vida!

La palma de mi madre impacta en mi mejilla, dándome un golpe fuerte que me voltea el rostro.

¡Vete a tu cuarto y de ahí no sales hasta que André venga por ti o decidamos qué hacer contigo!

Subo las escaleras corriendo, para llegar a mi cuarto y cerrar la puerta con fuerza.

Pude escapar, pero no ir muy lejos. Al parecer mi padre tenía hombre de guardia en muchos rincones del pueblo y así fui reconocida y traída de vuelta aquí. De ahora en adelante no sabía qué pasaría conmigo, si ellos me dejarían encerrada en esta casa hasta que ya se cansaran de golpearme o si me devolverían a las manos de André Chevalier.

Me tiro a la cama para dormir y así no pensar, no llorar y no sentir. Despierto a la mañana siguiente con los gritos de mi madre en el oído, me obliga a levantarme para bajar junto a mi padre y abuelos para decir algo "importante".

Al llegar donde todos, no hablo, sólo me dedico a escuchar todas las babosadas que tienen para decir, comenzando por mi padre.

Todos en la familia Chevalier están enterados de tu actitud inepta y eso no es algo digno de una familia como la nuestra —comienza hablando mi abuelo.

Hemos pedido disculpas ante eso y prometido que si vuelves a hacer algo así, no volverás a ver la luz del sol en todos los años de vida que te resten —agrega mi madre.

No me sentía amenazada, ya me había acostumbrado tanto al dolor físico como al dolor mental. Igual sentía que más allá de lo que hicieran conmigo, no era capaz de sentir más dolor del que ya tenía; sólo lloraría en silencio.

En un año llegarás a la edad número dieciocho y si para ese entonces dejas de ser una Chevalier, te irás del pueblo junto a tu hermano. ¿Has prestado atención a lo que hemos dicho, Inaya?

Sí, madre.

Un grito agudo viene de las escaleras. Al voltear a ver es mi hermano quien está en el suelo y mi padre lo ve inexpresivo desde los primeros escalones. Corro hacia mi hermano para ayudarlo, sus piernas parecerían estar lastimadas.

¡¿Tú lo lanzaste de las escaleras?! —le grito a mi padre, que sigue sin emoción alguna —. ¿Para qué esperar a los dieciocho cuando ya nos pueden botar de su casa?

Agnes, llama al doctor Ivar y dígale que venga urgente.

La niñera de mi hermano se va a realizar la llamada. Como puedo cargo con el peso de Luc en los brazos y lo subo a su cuarto, ni mi madre ni los demás se molestan en ayudarlo, sólo observan y siguen su conversación.

Quince minutos después aparece el doctor Ivar con un asistente. Le hacen estudios a Luc, dejando dicho que sus resultados saldrían en una semana. Esa noche me quedé a su lado para cuidarlo, sabía que como yo, él se sentía solo y lo entendía.

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora