❀CAPÍTULO 5❀

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Inaya Bardeen

Habíamos acabado las compras y junto a Alizee salíamos del centro comercial. Mi hermano se había marchado un poco antes para llevar las bolsas más pesadas. Había comprado algunas prendas para Anaya y también algunos juguetes nuevos.

Llegamos al estacionamiento para subir las pocas bolsas al coche de Alizee, ella traía a Anaya consigo en brazos tras haberse dormido, así que dejo las compras para subir al asiento del volante. Al pasar al lado de la rubia, noto que su rostro se ve tenso y preocupado.

—¿Sucede algo? —pongo una mano en su hombro al verla tan distraída mirando en alguna dirección —. ¡Alizee!

Reacciona de golpe.

—¿Ves esos hombres de allá? —con disimulo señala a tres hombres recostados en una camioneta gris. Al mirarlos también comencé a dudar, no nos quitaban la mirada de encima y se sentía escalofriante —. Llevan un buen rato siguiéndonos. Los vi en la tienda de ropa, en la sección de bebés y ahora aquí.

Ellos no dejaban de mirarnos y tampoco se molestaban en disimular que al parecer nos estaban siguiendo.

—Esto no me gusta. Mejor vamonos —la ayudo con Anaya para que se suba al asiento trasero.

Para evitar pasar junto a ellos, tomo la salida contraria. Miro por última vez por el espejo retrovisor y ellos seguían allí. Piso el acelerador y conduzco sin detenerme hasta llegar a un semáforo. A mis oídos llega el tono de llamada de algún celular, al parecer era de Alizee. Descuelga la llamada e intercambia una corta y animada conversación con alguien, al cortar suelta un grito de emoción.

—¿Te ganaste la lotería?

—¡Algo mucho mejor que eso! Era mi padre, le había comentado que se acerca el cumpleaños de Anaya y ya que tienes un cuadro que de algún modo la representa a ella, podríamos ponerlo como cabecera en la siguiente exposición.

—¿Y cuándo sería esa exposición?

—Hoy mismo.

—¿Cómo que hoy? Son casi las cuatro de la tarde, no llegaré a tiempo.

—Eso es lo de menos, Naya, vamos a mi casa. Yo escogeré algo que puedas usar y nos veremos en la galería.

La luz cambia a verde u continúo el camino. En lo que resta de viaje ella me habla sobre una serie de vestidos que tiene en mente y hace más llamadas para saber cómo va el evento.

Vincent Blackwell

De una vez llego al borde de la ventana. Respiro agitado y con el dorso de la mano limpio el sudor de mi frente.

Fue tarea difícil, pero te he encontrado, mi ángel.

Me impulso para balancearme y caer dentro de la habitación en un salto. El interior huele a ella, ese aroma fresco que desprende de su cabello. Todo está perfectamente acomodado y en su sitio, el color más predominante es el verde pastel; me recuerda mucho a sus ojos. Camino bordeando su cama, oigo pasos acercándose y barro con la mirada hasta dar con las puertas de su closet. Completo lo que venía a hacer y antes de saltar por la ventana la voz de una mujer me hace detenerme.

—¿Quién es usted?

Me volteo con una sonrisa, queriendo parecer fiable.

—Soy un viejo amigo de Alizee, he vuelto a la ciudad y quería dejarle un presente en su cuarto —la mujer de limpieza frunce el ceño, me escanea, pero parece quedar concenvida.

Ella es rubia pero NO tonta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora